El hombre del petate

Hace unos días ingresó en prisión Rodrigo Rato.

El exvicepresidente Rato ingresa en prisión.
El exvicepresidente Rato ingresa en prisión.
Víctor Lerena

Por asumido que parezca estar, no me resisto a evocar que se trata de un miembro de la aristocracia que, entre otras ocupaciones muy notorias, fue vicepresidente segundo y ministro de Economía y Hacienda del Gobierno de España y director gerente del poderoso Fondo Monetario Internacional. Entremedias, estuvo a un paso de que el dedo del entonces presidente del Partido Popular le designara para ser su sucesor y candidato a presidente del Gobierno. Recuperar justo ahora estos datos muy conocidos puede que no sea el gesto más noble, pero tampoco es vengativo ni populista, sino algo que surge de forma espontánea, como quien se frota los ojos por incredulidad, ante la escena en la que el titular de tan brillante currículum político y profesional arrastra una maleta de ruedas y lleva una bolsa de deporte al hombro, mientras se dirige a la entrada del centro penitenciario donde va a iniciar su vida reclusa.

Al verlo caminar solo, en mangas de camisa, con pantalones vaqueros y un chaleco algo relamido, el condenado me parece un marino mercante de paisano que acaba de pisar tierra firme. Sin duda, a esta inusitada impresión de dignidad contribuyen decisivamente dos manifestaciones del hombre del petate. La primera, «mañana entro en prisión y sanseacabó», la pronunció en cuanto se confirmó su destino. La segunda se produjo instantes antes de ingresar en la cárcel. En lugar de seguir haciéndose la víctima, pidió públicamente «perdón a la sociedad» y aceptó sus «obligaciones» con ella, o sea, la pena impuesta. Aunque fuera la última jugada interesada de un granuja, yo se la seguiría aceptando.

jusoz@unizar.es