Imperio de la ley

La Fiscalía del Tribunal Supremo pide 25 años para Oriol Junqueras como jefe de la rebelión en Cataluña.

Carmen Calvo en una imagen de archivo.
Carmen Calvo

La Fiscalía pide 25 años de cárcel para Junqueras y la Abogacía del Estado solicita la mitad. El ministerio público sostiene que existe delito de rebelión, mientras que los servicios jurídicos del Estado le acusan por sedición. La disparidad legal la resolverán los jueces en su sentencia. Lo importante es que la Justicia actúe con libertad en defensa de los ciudadanos y de su marco legal, la Constitución.

Un año y una semana después de que el Parlament proclamara, sin ningún valor ni jurídico ni político, la independencia de Cataluña, la Fiscalía del Supremo solicita una pena de 25 años por un delito de rebelión para el exvicepresidente de la Generalitat al que acusa de liderar los hechos. Mantiene que se produjeron episodios violentos que detalla en un extenso escrito. Pone así en entredicho al Gobierno, que ha desechado el criterio de los expertos de la Abogacía del Estado y ha impuesto a su brazo legal una acusación por sedición que rebaja el carácter violento de los hechos.

Pedro Sánchez ha querido tener un gesto con los secesionistas a pesar de que él mismo ha defendido, hasta mayo, que existió un delito de rebelión. No obstante, los propios independentistas ya han rechazado el gesto y han acusado al presidente de «ser cómplice de la represión». Por eso mismo, porque la política de mano tendida no está sirviendo para nada, el Gobierno aún tiene la oportunidad de coordinar los servicios jurídicos y recuperar la unidad de actuación de las instituciones estatales responsables de defender el interés público. El PSOE también debería hacerle ver al Gobierno que sustenta el daño que estas decisiones causan al Estado y al propio partido. Lo que parece más difícil de resolver es el problema de incoherencia de la vicepresidenta Carmen Calvo, cuando exculpa el doble rasero de Pedro Sánchez asegurando que en mayo aún no era presidente del Gobierno y que después no ha hablado de rebeldía.