La Moncloa, sede del deshielo para la relación de Lambán y Sánchez

El encuentro, casi seguro, no sucederá el martes que viene, como se había anunciado, sino más adelante debido a sobrevenidos problemas de agenda del jefe del Gobierno.

Javier Lambán y Pedro Sánchez saludan a la militancia, ayer, en el Palacio de Congresos.
Javier Lambán y Pedro Sánchez saludan a la militancia en el Palacio de Congresos, en una imagen de archivo.
José Miguel Marco

La política es también un viaje entre extremos, del calor al frío y del frío al calor, y Pedro Sánchez y Javier Lambán lo saben bien. El Palacio de La Moncloa será en pocos días el escenario del deshielo total entre dos viajeros políticos que se han querido a veces y no se han querido tanto otras.

Algo tiene el palacio presidencial que consigue en una sesión lo que apenas consiguen decenas de sesiones en el psicoanalista: convivir pacíficamente con ciertos recuerdos penosos.

Quedarán para la segunda página de la búsqueda de Google los dardos cruzados y las maniobras sibilinas que durante los últimos dos años se han intercambiado Sánchez y Lambán.

Lo que poco a poco irá llenando la primera página del famosísimo buscador serán las muestras de lealtad, las visiones compartidas y probablemente algunos acuerdos.

Porque acuerdos será lo que pretenda el presidente aragonés cuando desembarque en Moncloa, lo que (es casi seguro) no sucederá el martes que viene, como se había anunciado, sino más adelante debido a sobrevenidos problemas de agenda del jefe del Gobierno.

Lambán desplegará sobre la mesa, frente a Sánchez, dos peticiones prioritarias: una reforma del sistema de financiación autonómica que tenga en cuenta la dispersión poblacional y la conexión de los ejes ferroviarios cantábrico y mediterráneo a través de Zaragoza y de Teruel.

Fuentes del Gobierno de Aragón prevén, por tanto, una reunión provechosa de la que, si no pactos, sí se derivarán compromisos de calado. Sánchez y Lambán saben que se necesitan. No siempre fue así.

Primarias de 2014. Calor.

Tras un año ausente (2012) y un discreto regreso al Congreso de los Diputados, Sánchez decidió optar a las primarias que el PSOE de un derrotado Alfredo Pérez Rubalcaba convocó en el verano de 2014.

Todos en las filas socialistas esperaban a Susana Díaz, pero ella prefirió quedarse en la Junta de Andalucía, lo que desvió el foco hacia Eduardo Madina. Lambán, en aquellas primarias, apostó fuerte por Pedro Sánchez, a la postre vencedor y nuevo secretario general. Aunque las discrepancias entre ambos por el proyecto que poner en marcha nunca se diluyeron por completo, la relación fue públicamente cordial y leal.

Tocaba apoyar a Sánchez indicaran lo que indicaran las encuestas (nada bueno) y soplara como soplara el viento (en contra), y así lo entendió Lambán. De hecho, en enero de 2016, respaldó sin tapujos la consulta a la militancia sobre el pacto PSOE-Ciudadanos que luego no cuajó en una mayoría de gobierno.

Junio de 2016. Empieza el frío

El resultado de las segundas elecciones generales en seis meses instaló el desánimo y la desorientación en los dirigentes socialistas. Cierto que Podemos no les rebasó en las urnas, pero el caudal de votos y escaños volvió a bajar y Sánchez quedó políticamente desnudo.

En julio de ese año Lambán ya empieza a hablar de "reconstruir el partido" y a lamentar que quizá, antes que enfocar la mirada en el líder, había que fijarse en el proyecto. Pese a todo, el barón aragonés expresa ante los medios su confianza en las decisiones de Sánchez. Hasta que llegó el invierno más duro del PSOE.

Octubre de 2016. Se desploma el mercurio

Sánchez dimite como secretario general antes incluso de que termine el Comité Federal del 1 de octubre de 2016, aquel en el que, según fuentes presenciales, Lambán le espeta que ya no es el líder del partido. La mitad más uno de su Ejecutiva había renunciado días antes.

El presidente aragonés, durante este mes, mueve su discurso sobre dos ejes: el "no" a Mariano Rajoy y el rechazo vehemente a unas terceras elecciones.

En rigor, su mensaje no es tan distinto al de Sánchez, pero Lambán ya no le ve legitimidad. A finales de este mes, el barón socialista recomienda al exlíder retirarse "con dignidad", y cuando éste anuncia que deja el acta de diputado, se produce la ciclogénesis de la relación: un tuit del aragonés en el que dice: "Demos por concluida la Operación Triunfo (...)".

Mayo de 2017. Empieza la primavera

El PSOE de la abstención a Rajoy se lanza a unas primarias para olvidar cuanto antes el trauma. En esas primarias compiten Pedro Sánchez, Susana Díaz y Patxi López, y como era lógico, Lambán apoya a la andaluza. Pero gana Sánchez de nuevo, y lo hace de forma incontestable. El aragonés le felicita vía Twitter ese mismo día, pero su conmoción es tal que cuando llega al 39 Congreso que encumbrará al madrileño, no dice nada y se define como "delegado mudo".

Dentro del resurgido "sanchismo" se producen movimientos sibilinos para derrocar o debilitar a esos barones que antaño denostaron al líder, y el aragonés no está en la excepción. Sin embargo, Lambán resiste y gana las primarias aragonesas.

Aunque el frío entre los dos sigue siendo para guantes y gorro de lana, se atisba el fin de la borrasca: Sánchez viaja a Zaragoza el 5 de noviembre de 2017, al 16 congreso federal, y se funde en un abrazo con Lambán.

Septiembre de 2018. Vuelve el calor

El curso político 2017/2018 ha estado sobrealimentado por la situación de y con Cataluña, y ni siquiera esto, que Lambán califica como el más grave problema de la historia reciente de España, ha obstaculizado la reconstrucción de la relación con Sánchez. Más allá de cuál crea cada uno que es la mejor estrategia para el problema catalán, tanto Lambán como Sánchez, éste a través de José Luis Ábalos, han trabajado durante el último año en restaurar el entendimiento.

El aragonés apoyó los nuevos estatutos del PSOE y no titubeó en respaldar la moción de censura aunque abogara por una convocatoria electoral. Gracias a esa moción, Sánchez es hoy presidente.

Lambán afirmó el 15 de junio que el nuevo Gobierno puede propiciar un PSOE "hegemónico". Eso se verá. Antes, en La Moncloa, en septiembre, Lambán y Sánchez disfrutarán su verano particular.

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