Con las elecciones internas, el Partido Popular se incorpora a la práctica democrática de las primarias e inicia un proceso de renovación al que le quedan aún etapas importantes. La escasa diferencia de votos entre Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado dejará la elección del presidente del partido en manos de los compromisarios que acudan al congreso, lo que puede suponer, si no hay acuerdos, una nueva pugna.

Soraya Saénz de Santamaría fue ayer la candidata más votada en las elecciones internas del PP, pero seguida a muy escasa distancia por Pablo Casado. La experiencia de gobierno y de gestión de la exvicepresidenta frente a la juventud de Casado fueron las dos opciones marcadas preferentemente por los militantes, en un proceso que no consiguió suscitar una gran participación, al menos en relación al número teórico de afiliados. Dado que el resultado, en función de los estatutos, no ha sido concluyente, la elección del presidente del PP queda ahora en manos de los compromisarios que acudan dentro de unos días al congreso. Esa especie de ‘segunda vuelta’ puede abrir una nueva pugna que añada tensiones a las que ya se han puesto en evidencia durante la campaña electoral. Pero también podría haber un acuerdo entre los dos aspirantes, de manera que se asegurase la unidad y un mayor respaldo para el nuevo liderazgo. Los resultados en Aragón se apartaron de los del conjunto nacional, con Casado en primer lugar, seguido por De Cospedal; lo que podría tener repercusiones en los equilibrios internos. En todo caso, al PP le queda por delante una proceso complejo, no solo para renovar sus estructuras, sino sobre todo para generar ideas y programas que vuelvan a conectar con amplias capas de la sociedad española.