Para ser un Gobierno de márquetin, ha arrancado fuerte el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

El nuevo presidente se ha plantado ante las políticas racistas que empiezan a proliferar en la UE y se ha ofrecido a acoger a los inmigrantes del ‘Aquarius,‘ el barco de Médicos sin Fronteras con 600 inmigrantes a bordo que quedó a la deriva después de que Italia lo rechazara.

Dirán que lo suyo es solo fachada, pero en apenas unos días, Sánchez se ha erigido ante Europa como el defensor de los derechos humanos frente a los peligros del populismo de ultraderecha.

También ha hecho historia con su Consejo de Ministros, el primero en la historia de España con más mujeres que hombres. ¿Qué no es más que un gesto? Los gestos son importantes en política. Mucho.

Y el hecho de que un Ejecutivo con mayoría femenina sea noticia demuestra cuánto nos falta por recorrer para lograr el acceso de las mujeres a los puestos de poder.

Desde luego, no será porque andemos escasos de talento femenino. España está llena de mujeres brillantes, profesionales reconocidas y eficientes, perfectamente capacitadas para llevar a cabo tareas de responsabilidad.

Lean los currículums de las ministras. El de la responsable de Economía, Nadia Calviño, una de las negociadores estrella de la UE en el complicado tema del ‘brexit’; o el de Isabel Celaá, ahora en Educación, que logró en los 90 un difícil acuerdo entre nacionalistas y no nacionalistas que sentó las bases del sistema educativo vasco.

No ocupan sus puestos por una cuestión de cuotas. Lo hacen porque son muy buenas en lo suyo.

Seguro que hay hombres igual de capacitados para esos cargos, pero Pedro Sánchez las ha elegido a ellas. Así que, sí, nombrar un Gabinete con mayoría de mujeres es un gesto. Uno muy poderoso, que nos dice que lo único que debe importarnos de este Gobierno es que haga bien su trabajo. Por eso hemos de juzgar a las ministras y a los ministro. Y por nada más. Ya era hora.