Responder al secesionismo

El juez mantiene encarcelado a Carles Puigdemont en Alemania hasta que se resuelva su extradición. El independentismo lo utilizará para alimentar su discurso victimista mientras se apresura a convertir su eventual mayoría parlamentaria en un programa de gobierno viable.

Puigdemont, en imagen de archivo.
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AFP PHOTO / PIERRE-PHILIPPE MARCOU

La extradición de Puigdemont a España está en marcha. Pero, previsiblemente, va a ser un largo procedimiento de unos 60 días. No obstante, el hecho decisivo para el futuro inmediato de Cataluña no es tanto la detención del expresidente en Alemania como la puesta en marcha del reloj electoral: con la fallida investidura de Jordi Turull, el pasado jueves, las hojas del calendario empezaron a caer y ahora sí que los diputados no pueden perderse en disquisiciones, ya que tienen dos meses para presentar e investir a un candidato; en caso contrario, automáticamente se convocarán elecciones. Y en unos nuevos comicios, aunque intenten mantener la tensión del ‘procés’, no está claro que vuelvan a obtener una mayoría absoluta que, aunque muy ajustada, ahora aún les permitiría gobernar. Por ello, aunque el independentismo intenta movilizar a los suyos alimentando la falsa expectativa de investir a Puigdemont, en realidad ya está trabajando para forjar un acuerdo entre soberanistas y para consensuar el nombre de un candidato sin causas penales. Sin embargo, no dejará de alimentar el sentimiento de agravio dentro y fuera de España. Por eso, los estamentos del Estado deben responder a este relato victimista con un contrarrelato obvio: España es una democracia moderna y que respeta los derechos de todos. Simplemente se exige que las instituciones, también las de Cataluña, funcionen dentro de la ley.