José Ramón Lasuén, político y economista: “Solo desde la ignorancia se puede censurar la Transición”

José Ramón Lasuén Sancho (Alcañiz, 1932) es catedrático de Teoría Económica. Fue decano de la Universidad Autónoma de Madrid.

José Ramón Lasuén, en su despacho.
José Ramón Lasuén, en su despacho.
Oliver Duch

Algunos días cuesta abrir el periódico o encender la televisión.

Con la edad se relativiza mucho más todo. A veces yo también me indigno. Sobre todo con situaciones que conozco bien, pues residí allí, como es la cuestión catalana. No obstante, estamos mucho mejor que hace 40 años y muchísimo mejor que hace 80.

Su vida: de la Guerra Civil a nuestros días.

Nací en Alcañiz en 1932. En la tradición bajoaragonesa, las madres son muy importantes. Matriarcado suave, inteligente, como el vasco. Eso forja. Mi madre sacó la familia adelante. Mi padre era aparejador de Alcañiz. Mi familia era vasca. La Guerra Civil marcó a mi familia, como a todo Alcañiz. Me crié en un clima de tensión. Mi padre murió cuando yo tenía 17 años.

El huerfanito tuvo que espabilar…

Vine a Zaragoza a estudiar a los Escolapios del Coso. Marché a Madrid y me licencié en Economía en la Universidad Central. Continué en Londres. Regresé a Madrid para hacer el doctorado. Antes de los 30 años saqué la cátedra de Teoría Económica en Barcelona. También realicé un máster en Stanford.

Todo eso en la España de los años 50 y 60, en ese tiempo de silencio retratado con exactitud por Martín Santos.

Pasé por Washington, por Cambridge, por Oxford… Volví a casa, a Alcañiz, a administrar las tierras que teníamos en Valmuel y Puigmoreno. También me encargaron crear la Facultad de Económicas de la Universidad Autónoma de Madrid, universidad que dirigí hasta 1974. Por ese tiempo fundamos el Club de Roma.

El decano rojo, le tildaron…

Yo era socialdemócrata… Como Fernández Ordóñez o Felipe.

¿En serio era socialdemócrata Felipe González?

Desde luego, no era marxista. Coincidí con él en Argelia. Y sí, era socialdemócrata.

¿Y Alfonso Guerra?

Alfonso Guerra era buen chico.

Tenía pinta de malo…

Dice bien, tenía pinta. Yo creo que hasta a él le gustaba hacer de malo. Pero era buen chico.

Hay quien cuestiona ahora la Transición…

Solo desde la más profunda ignorancia se puede censurar la Transición. Se puso de acuerdo muchísima gente para alcanzar acuerdos imprescindibles en el futuro de España. El extraordinario avance que ha experimentado España en este tiempo demuestra su éxito.

Hábleme de Adolfo Suárez.

Un pilar fundamental en la Transición. La persona con más empatía que he conocido jamás, un líder. Confió en mí. Fui diputado en cuatro legislaturas.

¿Añora ese tiempo?

Sí. Por ejemplo, me duele muchísimo todo lo relacionado con la independencia de Cataluña.

¿Puigdemont o Rufián le producen hilaridad o indignación?

Desde luego, gracia tienen muy poca. Por tanto, indignación.

Hasta introducirse en la política, usted acumuló un currículo simplemente soberbio. ¿Cómo han podido llegar hasta ahí personajes como Puigdemont o Rufián?

Buena pregunta. En su respuesta quizá se hallen las causas de los problemas de Cataluña.

¿Creen en lo que dicen?

No lo sé. Pero lo peor es que hay gente que les cree.

Un presidente que quiere ser elegido por vía telemática, la política convertida en un videojuego…

Es muy triste. Viví allí como catedrático de la Universidad de Barcelona. Era la mejor ciudad de España en los años 60. Igual desde el prisma arquitectónico, intelectual o empresarial. Era una ciudad culta, mucho más abierta que el resto del país. No había tensión territorial, no había rechazo al inmigrante. Tiene muy poco que ver con lo que es hoy.

¿Y cómo ve Aragón y a los aragoneses?

Estoy bien en mi tierra. En Zaragoza me dedico a estudiar, a dar conferencias, a ayudar a la gente con inquietudes, como el Círculo Aragonés de Economía. Cuando en otros lugares se dedican a decir, a mí me gusta más hacer.

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