Por
  • José Luis de Arce

Extrapolar el triunfo de Ciudadanos

Dice el diccionario que extrapolar es "aplicar a un ámbito determinado conclusiones obtenidas en otro". Me vale muy bien esta definición a la hora de interpretar lo que ha ocurrido en Cataluña en relación con el ámbito español. O sea que el ámbito a considerar sería el de toda España a la luz de las conclusiones que podamos sacar de los resultados de las recientes elecciones catalanas.

Ha irrumpido en aquellos territorios de la antigua Corona de Aragón una fuerza política nueva, arrolladora, limpia, transparente, valiente, con un nuevo discurso y con capacidad de haber ganado unas complejas elecciones y haberse encaramado al liderazgo de una sociedad ansiosa de encontrar una digna salida a una situación estrambótica. ¿Podría pasar algo parecido en el conjunto de España? ¿Necesitamos los españoles encontrar también una senda que nos conduzca hacia la estabilidad política, la tranquilidad institucional y la seguridad de una economía próspera? ¿Sería necesaria una fuerza, como ha ocurrido en Cataluña, capaz de acabar con eslóganes manidos, con maniqueos simplones y con bipartidismos agotados? Pues bien, extrapolando, parece que sí. Ciudadanos, indiscutible ganador sociológico en las elecciones de Cataluña, ha traído un nuevo mensaje de esperanza al resto de España, al asegurar que ante fórmulas amortizadas hay un auténtico relevo capaz de recoger los anhelos de los españoles que quieren seguir siendo un país moderno, joven –como lo es la mayoría de su población de hoy–, próspero, sin complejos, más justo, más sonriente, menos adusto y en manos de una nueva generación de dirigentes que transmiten ambición, preparación, honestidad, valor, principios y un nuevo lenguaje. Esa ha sido, a mi juicio, la aportación de esa mujer joven, templada y aguerrida que es Inés Arrimadas.

Cataluña va a proseguir en los próximos tiempos un tortuoso camino lleno de incidencias, desencuentros y actuaciones judiciales. Debemos estar atentos a ello, pero no podemos ni debemos olvidar que aún queda mucha España por arreglar y que, más tarde o más temprano, se nos ha de preguntar cómo vemos las cosas y a quién queremos poner al frente de nuestros asuntos. El país empieza a pedir que revisemos nuestros liderazgos, solicita nuevos actores en el escenario y Ciudadanos se asoma como una fuerza solvente, aunque con el inconveniente, si es que lo es, de que no ha gobernado aún. Es verdad, pero tampoco está contaminado ni viciado; y esa inocencia puede ser uno de sus mejores valores frente al barro que hemos tenido que ir pisando estos últimos años.

Por eso es necesario que Ciudadanos, que empieza sin duda su carrera hacia la gobernación de este país, gracias a la valentía de Arrimadas, crezca con equilibrio, se organice, busque a los mejores y evite a los arribistas

Estas son algunas de las conclusiones que he sacado extrapolando los resultados de Cataluña y aplicándolas al resto del estado español. Habrá a quien no le guste, pero hay vientos de cambio necesarios e imparables. Este de Ciudadanos podría ser uno.