VERTIDO TÓXICO

Los expertos creen que ya no es posible vivir en las aldeas de Hungría afectadas por el 'barro rojo'

La existencia de sustancias como el aluminio o el níquel harían inviable regresar a Kolontár y Devecser.

Vivir en las aldeas afectadas en el oeste de Hungría por la avalancha tóxica de 'barro rojo' ya no es posible, según aseguraron ayer varios expertos y organizaciones medioambientales, que advirtieron además de los efectos nocivos de la contaminación de la tierra y del aire.


"Deberíamos tener el valor de decir que es imposible vivir en esas dos localidades", dijo Gábor Zacher, médico director de la Toxicología del Hospital Péterfy Sándor de Budapest. Las localidades de Kolontár y Devecser, a unos 160 kilómetros al suroeste de Budapest, fueron las más afectadas por el lodo tóxico de la fábrica de aluminio MAL. Zacher explicó que a largo plazo hay que considerar que los tóxicos "permanecerán en las tierras, plantas y animales". Respecto a las sustancias químicas que están envenenando la tierra y el aire de la región, Zacher reconoció que "no se puede decir mucho concreto de sus efectos a largo plazo, ya que no existen casos similares".


En todo caso, advirtió que las partículas del aluminio pueden incrustarse en los pulmones causando infecciones, y que el níquel causa otras enfermedades como el asma, la pulmonía y otros males crónicos. Ante ese peligro, las autoridades ordenaron hace dos días el uso obligatorio de mascarillas y gafas en la zona afectada.


La portavoz de Protección Civil, Györgyi Töttös, explicó que, ante la agresividad de las sustancias derramadas, los operarios pidieron ayer que sus máscaras sean cambiadas cada dos horas.


Problemas con el mercurio


En este sentido, Gergely Simon, de la organización medioambiental 'Clean Air Action Group', aseguró que el mercurio inhalado podría causar graves problemas a la salud, en caso de que llegue a la cadena alimenticia. Y, por si esto no fuera bastante, la ausencia de lluvias podría hacer que el polvo tóxico se disperse en un radio de entre 10 y 15 kilómetros, alertó Simon.


La Organización Mundial de la Salud y la Unión Europea han enviado a los pueblos afectados sendos equipos de expertos que indagarán en los posibles impactos a corto y largo plazo del vertido.


Mientras, en el hospital de Ajka falleció ayer la novena víctima de la catástrofe, una persona anciana, oriunda de Kolontár. En diferentes instituciones sanitarias del país hay todavía medio centenar de hospitalizados, principalmente con quemaduras de diversa consideración y traumatismos causados por la violencia de la ola.


Por otro lado, el director de MAL, Zoltán Bakonyi, detenido bajo la acusación de negligencia, fue puesto ayer en libertad al no poder argumentar la fiscalía de forma convincente los cargos.