El antecedente del teatro Dubrovka, la matanza chechena con 170 muertos

En 2002, un comando islamista tomó rehenes durante una actuación musical en Moscú que provocó una masacre

Atentado en Rusia
Atentado en Rusia
Yulia Morozova

El ataque contra el Crocus City Hall en el que han sido asesinadas 40 personas tiene un antecedente. El 23 de octubre de 2002, medio centenar de terroristas chechenos tomaron el Teatro Dobruvka y mantuvieron retenidos a 850 rehenes. En el rescate llevado a cabo por las fuerzas de seguridad rusas fallecieron 170 personas. Los atacantes, yihadistas que desde el primero momento mostraron sus intenciones suicidas, solicitaban el fin de la guerra de Chechenia y que Rusia abandonase el país invadido.

El ataque contra el Dobruvka fue uno de los primeros y más graves ataques llevados a cabo por los terroristas chechenos en suelo ruso. En aquellas fechas, en Chechenia se estaba reuniendo una yihad internacional para luchar contra la invasión ordenada por Moscú. Uno de los líderes de este movimiento, Shamil Basayev, fue quien dirigió este ataque desde su país y quien reivindicó la toma de rehenes.

En el momento del asalto, los terroristas colocaron explosivos en distintos lugares del teatro y se situaron entre los propios asistentes al evento, para pasar desapercibidos. Sus responsables políticos ofrecieron un ultimátum de una semana para que Rusia aceptara sus exigencias. Finalizado ese plazo, su intención era comenzar a asesinar a los rehenes. Durante tres días se produjo un tira y aflora con las autoridades de Moscú, que llegaron a ofrecer a los terroristas una salida del país, propuesta que fue rechazada.

Gas paralizante

El cuarto día, las unidades de élite rusas atacaron el teatro pero de manera previa inyectaron un gas paralizante a través de los conductos de ventilación del teatro. La efectividad de esta táctica fue relativa, ya que los chechenos llevaban máscaras de gas. En el interior de la sala se produjo un tiroteo en el que murieron 170 personas, incluidos todos los terroristas.

Este atentado se produjo tres años después de que Vladimir Putin hubiera sido nombrado presidente de Rusia. El ataque fue utilizado por el Kremlin para endurecer sus políticas y aumentar la presión militar en Chechenia. Además, comenzó a pactar con algunos clanes del país para que les ayudasen a exterminar a los yihadistas.

La escalada que se produjo después del atentado en el teatro hizo que los yihadistas llevaran a cabo una toma de rehenes de mayores dimensiones. El 1 de septiembre de 2004 tomaron una escuela en Beslán, una localidad de Osetia del Norte. En esa ocasión tomaron como rehenes a 1.181 personas, en su mayoría niños. Dos días después, los comandos rusos asaltaron el centro escolar -que se había convertido en un fortín minado- y el asedio finalizó con 334 muertos (186 de ellos, niños) y más de 700 heridos. Estos atentados, así como varias explosiones registradas en Moscú, reforzaron el poder de Putin como un securócrata de mano dura, una imagen que le consiguió el apoyo masivo de la población.

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