cumbre del clima en dubai

¿Cumbre buena o cumbre mala? Positiva, pero el diablo está en los detalles

El acuerdo contiene luces y sombras que no terminan de contentar a toda la sociedad civil. La debilidad del lenguaje asusta a muchas voces.

El secretario climático de la ONU Simon Stiell junto al sultán Al-Jaber
El secretario climático de la ONU Simon Stiell junto al sultán Al-Jaber
Associated Press/LaPresse

Pulgares al aire, sonrisas, alivio y alegría. El trabajo estaba conseguido, pero: ¿es una cumbre positiva o no? A la entrada del plenario las primeras declaraciones ante la prensa de los jefes de negociación de los países era positiva. «Es un acuerdo histórico», se felicitó el ministro danés de cambio climático y uno de los cofacilitadores del texto sobre el Balance Mundial en esta cumbre, Dan Jorgensen. Y la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico remató: «Este texto significa que tenemos que dejar atrás los combustibles fósiles».

Sin embargo, como estamos hablando de un instrumento diplomático, «el valor está en los detalles», apuntó Alicia Pérez-Porro, coordinadora científica del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf). «El acuerdo no permitirá que el mundo mantenga el límite de 1,5 grados porque los países presentes en COP28 han acordado abandonar los combustibles fósiles, pero no se comprometen a una eliminación total», señaló.

Desde la Universidad de Exeter, Pierre Friedlingstein, prefiere quedarse con la parte positiva: «El texto final da un mensaje muy claro que nunca estuvo presente en ninguna de las 27 COP anteriores. La COP28 pide una transición para abandonar los combustibles fósiles en los sistemas energéticos». No obstante, explicó que «los países de todo el mundo tienen que poner en práctica estas palabras; dejemos de culpar a los petroestados por vender combustibles fósiles, centrémonos en asegurarnos de que nuestros Gobiernos nos den la opción de no comprarlos».

En la primera mitad de 2023, la Unión Europea generó el 33% de su energía gracias a los combustibles fósiles. Los 27 Estados miembros quemaron un 17% menos de estos combustibles para producir electricidad que en el mismo periodo de 2022, según datos del grupo de investigación Ember.

No obstante, el gran éxito, coincide la mayoría de expertos consultados por este periódico, es que se haya pasado de hablar de emisiones a señalar a los responsables de ellas. «De manera unánime y sin ningún pero se acepta que el cambio climático tiene origen antropogénico», apuntó Antonio Timoner, cofundador del 'think tank' Oikos.

Terminología débil

Tras las primeras lecturas y la aprobación definitiva del texto sin cambios, el lenguaje utilizado comenzó a despertar dudas entre muchos expertos. «Los términos no son suficientemente fuertes. Recordemos que se estaba hablando entre la palabra eliminar los combustibles fósiles, en especial el petróleo, y reducir que era ambiguo, vago y muy desilusionante para casi todos», observó Fernando Valladares, divulgador científico e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). «El principal problema de este documento y de las resoluciones alcanzadas es que no son vinculantes. Se deja a los países, pues, toda la libertad para hacer o no hacer y no tiene ninguna sanción. No tienen ninguna consecuencia», apostilló.

La forma gustó al plenario y a parte de la sociedad civil y comunidad científica, pero el fondo del texto deja una sensación más agria que dulce. Ahora queda la aplicación de lo acordado y escrito en Dubái. El examen será en la COP30 de Brasil en 2025.

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