Mónica Bernabé: "La población afgana ha sido abandonada a su suerte"

Nacida en Barcelona (1972), autora de ‘Crónica de un fracaso’, es la periodista española que mejor conoce Afganistán, donde vivió casi una década.

La periodista Mónica Bernabé.
La periodista Mónica Bernabé.
Pere Tordera

¿Cómo le recibieron los talibanes hace unos meses en su último viaje a Afganistán?

En agosto de 2021, los talibanes, tras su regreso al poder, pusieron la alfombra roja a los periodistas. Querían dar una buena imagen internacional. Fue muy fácil trabajar. En cambio, en primavera de este año me denegaron la acreditación de prensa y me invitaron a abandonar el país, algo que no hice después de muchas dudas. Trabajé de forma discreta y sólo publiqué mis reportajes tras mi salida.

¿Qué Afganistán encontró?

Un país sumido en la extrema pobreza por el bloqueo internacional, donde es muy difícil hacer una transferencia bancaria, por ejemplo. El régimen fundamentalista ha conseguido la sumisión de toda la población. Las niñas no pueden estudiar a partir de los 12 años y lloran desconsoladamente cuando lo explican.

¿Qué futuro les espera?

Esta situación promueve los matrimonios infantiles, que ya eran una lacra en Afganistán durante los veinte años (2001-2021) de presencia internacional. Además, las mujeres han sido apartadas de todos los trabajos cualificados.

¿Viajó por el país?

Viajé por tierra hasta Kandahar, la ciudad más integrista, sin el permiso obligatorio que tramitan los talibanes, como si formara parte de una familia afgana; y me alojé en la casa de mi traductor para no levantar sospechas.

¿Cómo desarrolló su trabajo?

Había mucho miedo y casi nadie quería hablar. Sólo conseguí testimonios bajo la condición de anonimato. Tuve que buscar espacios clandestinos para encontrarme con esas personas.

Acaba de publicar un segundo libro sobre Afganistán centrado en la última década. ¿Por qué ha fracasado la comunidad internacional?

Después de 20 años de invertir mucho dinero, decenas de miles de muertos y grandes sacrificios, hemos regresado a la casilla inicial: los talibanes controlan casi todo el país y la población afgana ha sido abandonada a su suerte.

Hábleme de las razones de este despropósito.

Se puso todo el esfuerzo en la misión militar y se favoreció a criminales de guerra que ocuparon cargos importantes en los distintos gobiernos afganos. Se blanqueó a los máximos responsables de arrasar y matar a centenares de miles de personas y se les trató como interlocutores políticos válidos

¿Hasta tal punto llegó la ceguera internacional?

Estados Unidos permitió que los señores de la guerra hicieran el trabajo sucio tras el 11-S y así evitar utilizar sus fuerzas de combate en el cuerpo a cuerpo. La recompensa fue participar en el proceso de democratización. Lo que se planteó como un mal menor se convirtió en un monstruo incontrolable. Estos criminales tenían poder militar, político y económico y la corrupción se generalizó. Por eso el ejército y la policía, creados por la comunidad internacional, desertaron en masa durante la ofensiva militar talibán del verano de 2021. No querían defender a criminales.

En su libro habla del impacto personal que ha sufrido.

En verano de 2014, poco antes de irme de Afganistán tras ocho años seguidos, me diagnosticaron una depresión. Allí no tenía tiempo de pensar y normalizaba experiencias muy dramáticas. La mochila de dolor acumulada me pasó factura. Lo he contado en primera persona porque he pensado mucho en el profundo dolor que viven en silencio los afganos que tienen que huir de su país y su casa.

¿La experiencia valió la pena?

En los tiempos más duros pensaba que me había equivocado al decidir vivir allí tantos años seguidos. Pero ahora, reflexionado con perspectiva, creo que soy como soy gracias a esa experiencia.

¿Se ha vuelto más sensible, más empática, más cínica?

Más empática seguro y también más crítica con el nivel de cinismo e hipocresía con el que actúan organismos como la UE o la ONU.

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