El drama de las reclusas en las prisiones japonesas: "Me contó que había dado a luz con las manos esposadas"

Un informe de Human Rights Watch (HRW) recoge testimonios escalofriantes de casi 60 antiguas presas y también de abogados defensores.

Un guardia vigila a los reclusos en una prisión japonesa.
Un guardia vigila a los reclusos en una prisión japonesa.
A. P.

Japón es un país seguro, más allá del miedo latente a los terremotos. El nivel de delincuencia es bajo y las prisiones viven bajo una especie de régimen cuartelero donde los presos tienen que trabajar para fomentar su reeducación. Las cárceles son duras. Sobre todo, para las mujeres, según Human Rights Watch (HRW). Esta ONG con sede en Nueva York y fundada en 1978 acaba de denunciar en Tokio los "graves abusos y malos tratos" que reciben las reclusas en los centros penitenciarios nipones.

El informe recoge testimonios escalofriantes de casi 60 antiguas presas y también de abogados defensores: "Me contó que había dado a luz con las dos manos esposadas. Lloré cuando lo oí". El estudio se titula 'No nos tratan como seres humanos: Abuso de mujeres encarceladas en Japón'. Según esta ONG, la población reclusa femenina sufre las condiciones "ordinarias" del sistema penitencia japonés: aislamiento, maltrato psicológico, prohibición de hablar o mirar a los demás, obligación de fijar los ojos en un documento clavado en la pared durante horas... Y a eso se suma el trato por su género.

Ese "doble castigo" se da, por ejemplo, en la maternidad. Entre 2011 y 2017, de las 184 mujeres que dieron a luz en prisión, solo tres pudieron pasar tiempo con sus recién nacidos; no durante un año, como permite la ley, sino durante ocho, diez y doce días, respectivamente. A la mayoría las apartaron de sus bebés al nacer, según detalla el diario francés Le Figaro.

Foco en los partos

El informe de Human Rights Watch pone el foco sobre los partos. En 2014, la entonces ministra de Justicia, Yoko Kamikawa, prohibió que las mujeres fueran inmovilizadas mientras daban a luz. Pero, según la ONG, esta práctica continúa. Son esposadas. El Ministerio de Justicia lo niega basándose en testimonios de directores de prisiones. Pero sí admite que las reclusas son atadas justo antes y después del parto. Por todo esto, Human Rights Watch denuncia que el trato a las mujeres presas en Japón incumple las reglas mínimas exigidas por Naciones Unidas para los reclusos.

La investigación realizada por HRW se centra, por otra parte, en las presas de mucha edad. Son cada vez más, una tendencia que se repite con los hombres. La población reclusa ha envejecido en los últimos años. Y se ha detectado que en muchos casos son personas pobres y sin familia que ven en la cárcel una alternativa para sobrevivir. Por eso, reinciden cuando son liberados.

"Una compañera de celda me echó agua hirviendo en un pie y me lo dejó enrojecido e hinchado, ni siquiera podía usar calcetines. Los guardias dijeron que estaba así porque no había ido al baño correctamente y nunca llamaron a los médicos"

Pese a la estricta y dura vida tras la rejas, prefieren vivir en la cárcel a estar fuera sin apenas comida ni atención y sin nadie a su lado. Hay testimonios de ancianos que se presentan en una comisaría con, por ejemplo, una bicicleta en la mano y confiesan que la han robado. Suelen padecer problemas físicos o psíquicos, y optan por la 'seguridad' de las cárceles. Eso sobrecarga de trabajo a los funcionarios de las prisiones.

Human Rights Watch ha confirmado el aumento de mujeres mayores en prisión por delitos no violentos. Allí, según la ONG, reciben un trato especialmente discriminatorio. "Una compañera de celda me echó agua hirviendo en un pie y me lo dejó enrojecido e hinchado, ni siquiera podía usar calcetines. Los guardias dijeron que estaba así porque no había ido al baño correctamente y nunca llamaron a los médicos", cuenta la exreclusa de 70 años Takako J. Las autoridades japoneses deben, en opinión de esta ONG, buscar alternativas al encarcelamiento de estas personas tan vulnerables como para buscar asilo en centros penitenciarios donde persisten prácticas como esposar a las parturientas.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión