Colombia ya no quiere a sus hipopótamos

El Gobierno esterilizará, exportará o sacrificará a 200 ejemplares de este animal, descendientes de los cuatro que llevó Pablo Escobar en los años 80.

Dos hipopótamos de la Hacienda Nápoles pasean por una ciudad colombiana.
Dos hipopótamos de la Hacienda Nápoles pasean por una ciudad colombiana.
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En los años 80, el traficante de drogas más poderoso del mundo, Pablo Escobar, importó ilegalmente a Colombia cuatro hipopótamos, un macho y tres hembras, que comenzaron a reproducirse rápidamente por la falta de predadores y las propicias condiciones del terreno. Cuando el narco murió, en 1993, los hipopótamos escaparon de las fincas en las que estaban confinados y se adaptaron a una selva muy lejana a su hábitat natural, el África subsahariana, hasta convertirse, tres décadas después, en un amenaza para el ecosistema colombiano. Entre 181 y 215 ejemplares vagan ahora por el país, según las estimaciones del Gobierno, que acaba de poner en marcha un plan de choque para controlar a la que los científicos consideran la mayor especie invasiva del planeta.

En primer lugar, el Ejecutivo de Colombia ha empezado a esterilizar a los machos. Ya lo ha hecho con tres, y tiene previsto llegar a los 20 antes de final de este año y a 40 en cada uno de los años siguientes. La castración resulta un proceso complicado, que implica a ocho personas, entre veterinarios, técnicos y equipos de apoyo, y que requiere entre seis y ocho horas. Su coste se eleva a los 200.000 euros por animal y además, no es una solución a corto plazo, ya que una vez operados, los animales se vuelven a reintegrar en el campo colombiano, y por lo tanto, lo siguen dañando.

La segunda medida es exportar los animales. La ministra de Medio Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, explica a la revista Nature que su Gobierno ya tiene una oferta de un comprador en la India (con el visto bueno de las autoridades del país asiático) que quiere llevarse 60 animales. También ha mostrado su interés el propietario de un santuario para animales en México, Ernesto Zazueta, pero aquí aparece el problema económico: la exportación de 60 ejemplares a la India y 10 a México costaría unos 3,25 millones de euros. Colombia se haría cargo de la esterilización, pero la exportación tendría que correr a cargo de los interesados, lo que puede frenar esta iniciativa, que tampoco convence a los científicos, por las dificultades que implica trasladar a animales que pesan hasta tres toneladas en vuelos de más de 20 horas de duración.

La tercera opción es la más drástica, pero también la más impopular: la eutanasia. Si se pone en marcha, el Gobierno colombiano teme sufrir una oleada de críticas como en 2009, cuando la fotografía de un hipopótamo muerto dio la vuelta al mundo y obligó a frenar los esfuerzos para controlar la población. Pero esta vez, al Ejecutivo no le temblará la mano. "Dependiendo del número de animales que exportemos y esterilicemos, habrá que determinar cuántos son sacrificados", señala la ministra de Medio Ambiente. Y es que los destrozos que están causando los hipopótamos en el ecosistema ya no son sostenibles. Los expertos recuerdan que estos gigantes contaminan los ríos con sus excrementos y que están poniendo en peligro a otros animales más pequeños, como el roedor capibara, con el que compiten en recursos.

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