El plan de paz del Papa para Ucrania pasa por China

Arranca su misión en Pekín el cardenal Zuppi, enviado especial de Francisco tras sus etapas previas en Kiev, Moscú y Washington.

El Papa Francisco saluda mientras dirige su oración del Ángelus dominical desde la ventana de su oficina con vistas a la Plaza de San Pedro.
El Papa Francisco saluda mientras dirige su oración del Ángelus dominical desde la ventana de su oficina con vistas a la Plaza de San Pedro.
RICCARDO ANTIMIANI

El Vaticano ha decidido recurrir a China para intentar que tenga éxito la iniciativa lanzada por el Papa para favorecer el fin de la guerra en Ucrania motivada por la invasión rusa. Tras sus visitas previas a Kiev, Moscú y Washington, el cardenal Matteo Zuppi, enviado especial de Francisco para mediar en el conflicto, comienza este miércoles su misión en Pekín, donde permanecerá tres días y tiene previsto reunirse con el primer ministro, Li Qiang. 

En la Santa Sede hay plena conciencia de que un eventual alto el fuego que pueda llevar al fin de las hostilidades en Ucrania pasa por el gigante asiático, convertido desde que estalló la guerra en salvavidas económico de Rusia y, por tanto, con enorme capacidad para presionar a su presidente, Vladímir Putin.

Esta nueva etapa de la gira de Zuppi, que es arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, llega en un momento en el que la posibilidad de que Jorge Mario Bergoglio ejerza de mediador en el conflicto ha sido abiertamente descartada por Kiev. "Es filorruso, no es creíble", señaló la semana pasada Mijaíl Podolyak, consejero del presidente ucraniano, Volódimir Zelenski. Al respecto Podolyak afirmó incluso que Moscú estaría realizando inversiones por medio del Instituto para las Obras de Religión (IOR), la banca vaticana, algo que negó de manera rotunda este organismo.

La falta de confianza en el Papa por parte de las autoridades de Kiev viene por la supuesta equidistancia mantenida por el Pontífice argentino desde que estalló el conflicto. Aunque ha realizado continuos llamamientos a favor de la paz y del "martirizado pueblo ucraniano", también ha criticado a la OTAN por "ladrar a las puertas" de Rusia, sobre cuya historia imperial habló en términos positivos durante un encuentro el mes pasado con jóvenes de aquel país. Aquellas palabras provocaron una nueva polémica con Ucrania y obligaron a Francisco a dar explicaciones durante el vuelo de vuelta a Roma tras su reciente viaje a Mongolia. "Lo que les dije a los jóvenes rusos es que se hicieran cargo de su propia herencia", señaló el obispo de Roma, aclarando que él hablaba "de cultura", cuya transmisión "nunca es imperial".

A Zuppi le tocará convencer a las autoridades chinas de que les vale la pena utilizar su poder de presión sobre el Kremlin para poner fin a la guerra en términos que resulten aceptables para Kiev. "El deseo es el de empujar y tejer la difícil tela de la paz", comentó el enviado especial del Papa antes de partir hacia Pekín. También reconoció que el papel que puede jugar China es "uno de los elementos más importantes" en el tablero internacional donde se juega el futuro de Ucrania. "Hace falta el compromiso de todos, en particular de los que tienen una importancia mayor, como China. La paz exige el esfuerzo de todos, no es algo que pueda imponerse", dijo en declaraciones a la cadena Tv2000, insistiendo en la necesidad de crear "una gran alianza por la paz" y de que "todos empujemos en la misma dirección".

"La llave para rebajar la tensión"

El propio Francisco destacó la labor que puede desarrollar China para acabar con la guerra de Ucrania en una reciente entrevista con la revista Vida Nueva, en la que señaló que "la llave para rebajar la tensión del conflicto" la tienen tanto Estados Unidos como China. Con este último país, el Vaticano ha ido acercando posturas en los últimos años, aunque ambas naciones sigan sin contar con relaciones diplomáticas oficiales. Fruto de ese entendimiento es el acuerdo firmado por Pekín y la Santa Sede en 2018 para desatascar el nombramiento de obispos en el gigante asiático, muy criticado por algunos fieles locales al considerar que la Iglesia se ha plegado a las exigencias de un régimen autoritario.

Durante el vuelo de vuelta a Roma tras su reciente viaje a Mongolia, Francisco reconoció que era necesario "avanzar en el aspecto religioso para entendernos mejor y que los ciudadanos chinos no piensen que la Iglesia no acepta su cultura y sus valores y depende de otra potencia extranjera". Antes, durante la misa que celebró en Ulán Bator, había pedido a los fieles del gigante asiático que fueran "buenos cristianos y buenos ciudadanos", dejando así claro la compatibilidad entre la fe católica y la obediencia a las autoridades civiles.

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