entrevista exclusiva a heraldo
Bernardo Arévalo, presidente de Guatemala: "Va a empezar una 'Primavera' sin que los corruptos nos roben los sueños"
Bernardo Arévalo de León ha ganado las elecciones en Guatemala como líder del partido Semilla, un movimiento que nació del descontento popular en la primavera de 2015 y que promete acabar con la corrupción reinante en el país centroamericano.
"Yo no soy mi padre", dijo Bernardo Arévalo de León en el cierre de su campaña a la presidencia de Guatemala, "pero recorro el mismo camino que él construyó y lo vamos a recorrer juntos como pueblo. Tengo el mismo anhelo que él y que los revolucionarios de 1944”.
Hijo del histórico presidente de Guatemala Juan José Arévalo Bermejo -que entre 1945 y 1951 dirigió el país en uno de sus mejores periodos-, Bernardo era un académico que antes de entrar en política se dedicaba a escribir libros. También forjó su carrera diplomática en nuestro país como embajador de Guatemala en Madrid entre 1995 y 1996 y tiene una amplia experiencia en relaciones internacionales tras ocupar el cargo de viceministro de Relaciones Exteriores del gobierno guatemalteco y participar en procesos de pacificación y conciliación para diversas organizaciones en Centroamérica, Asia y África.
Ahora, a sus 64 años, enfrenta el que, probablemente, será el reto más importante de su vida. Tras una campaña marcada por los intentos de acabar con su partido por la vía judicial y que ha acabado con una abrumadora mayoría, con casi 20 puntos más que su inmediata competidora la conservadora Sandra Torres, que todavía no ha aceptado su derrota, Arévalo está a punto de convertirse en el nuevo presidente de Guatemala, un país cuyos principales problemas son la corrupción, la inseguridad y la desigualdad social.
Como líder del partido Semilla, un movimiento que surgió en la primavera de 2015 como manifestación del descontento ciudadano, Bernardo Arévalo encarna ahora la ilusión de los millones de guatemaltecos que le votaron con la esperanza de que acabara con la corrupción y llevará al país a una ‘Primavera’ similar a la del gobierno que lideró su padre.
Horas antes de proclamarse su victoria y con todos los sondeos apuntando a su victoria, concedió esta entrevista a HERALDO, la primera en publicarse tras los comicios en el país. Este encuentro fue dirigido por el asesor de comunicación de la Bancada del Movimiento Semilla y miembro del equipo que dirigió su campaña, Ignacio Laclériga Giménez, un zaragozano que lleva años afincado en Guatemala y con una larga trayectoria periodística en el país centroamericano.
¿Qué toca hacer el día después de la victoria?
A nosotros nos va a tocar empezar el proceso de defensa de esa victoria. Defendernos de todos los intentos por judicializar el proceso y mediante acciones judiciales espurias conducidas desde estructuras legales e instituciones legales copadas por la corrupción que van a intentar descarrilar el esfuerzo. Queremos hacer una defensa de esta voluntad popular expresada el veinte de agosto y crear el espacio para la expresión de ese consenso que existe en la sociedad, de pared a pared, que vimos muy claro el veinticinco de junio. Nuestra meta es hacerle ver a los corruptos que no vamos a ceder.
De norte a sur del continente americano han aparecido expresiones populistas. ¿Es Semilla uno más de esos partidos que prometen cosas que no pueden cumplir y cuyas soluciones son cortoplacistas?
Entiendo la pregunta. El populismo es una reacción política a la sensación de una aguda protesta social y de rechazo que se construye irresponsablemente simplemente para capitalizar esa protesta. Las soluciones de los partidos populistas no son repuestas pensadas en términos de sostenibilidad de lo que hay que construir, sino de aprovechar el descontento. Sin embargo, nosotros hemos pensado no en términos de la respuesta inmediata a la población, sino en cómo evitar que estas situaciones sean recurrentes. Lo que se requiere es la institucionalización democrática y la creación de consensos. Nosotros lo que hacemos es captar la protesta, pero la reconducimos hacia un futuro sostenible políticamente.
En un país marcado por la corrupción política que ha provocado un amplio rechazo de la clase dirigente y un triunfo de la abstención, ¿cómo ha conseguido Semilla estar cuatro años en el Congreso, una de las instituciones más denostadas, y crecer?
Simplemente siendo coherentes con lo que ofrecimos: reunir la política con la ética, rescatar una lógica de la política como servicio y no como pillaje, mantenernos en contacto con la población y ser transparentes en nuestros actos. Eso nos ha dado la confianza de la población para reclamar esa confianza a un nivel superior y obtener finalmente la victoria en las elecciones y la presidencia de la República.
¿Qué piensa de su contrincante Sandra Torres? Si se sentara a tomar un café con ella, ¿qué le diría?
No creo que me sentara a tomar un café con ella. Tal vez lo que puedo reconocer es su tenacidad.
¿Cómo planea aumentar el presupuesto de varios ministerios sin aumentar la carga fiscal?
Estamos haciendo una redistribución de cargas, pero no a partir de quitarle a todos. Hemos hecho un cálculo donde un cinco por ciento del presupuesto se va en problemas de sobrecostos y corrupción. Quitándolo nos da un margen para trabajar. Además, combatiremos la evasión fiscal, el contrabando y el fraude aduanero. Todo esto está explicado en nuestro plan de trabajo, donde hemos proyectado nuestro presupuesto para los próximos cuatro años.
¿Cómo será Guatemala después de los cien días del Gobierno Semilla?
Después de los cien días del Gobierno Semilla, la población habrá visto que cumplimos lo que prometemos y nos habrá dado la confianza necesaria para seguir trabajando el resto del tiempo.
Estuvo en la Embajada de España. ¿Qué recuerdos tiene de aquellos días? ¿Visitó Aragón?
Nunca tuve la oportunidad de visitar Aragón. De España, además de su belleza y de que allí, como latinoamericano, me sentí cómo en casa, destacaría el proceso de transición de la dictadura franquista a un sistema democrático. Me inspiró cómo se lograron grandes consensos como el Pacto de la Moncloa. Aquellos acuerdos sentaron la base para el desarrollo político, económico y social de España en las próximas décadas. Fue una fuente inspiración para reconocer como de la élite política depende la forma como se rompe con los ciclos de autoritarismo recurrente que nosotros todavía sufrimos de alguna manera, para fundar ciclos de política virtuosa.
Usted participó en los procesos de paz en Guatemala y en Centroamérica, ¿cree que España sirvió de inspiración para esos acuerdos?
El contexto era distinto. España salía de una dictadura, mientras Centroamérica salía de dictaduras militares con conflictos armados. En España el conflicto había terminado décadas antes. En nuestro caso, la democracia sirvió para terminar con las guerras, algo diferente a lo que se vio en otros lugares.
Trabajó durante muchos años en Relaciones Exteriores. ¿cómo ve la relación con España y con la Unión Europea, especialmente considerando la creciente migración de guatemaltecos a esos lugares?
Tanto con España como con la Unión Europea, históricamente Guatemala ha tenido excelentes relaciones. Sin embargo, en años recientes estas relaciones han sido tensionadas por gobiernos que violan derechos humanos y principios democráticos. Al retomar los valores de la democracia, esperamos restablecer esas relaciones y llevar el diálogo a sus mejores momentos.
La actualidad europea está marcada por la guerra en Ucrania. Entre Europa o Rusia, ¿cuál sería su elección?
(Una larga pausa) Democracia.
Se ha hablado del fenómeno Bukele como una respuesta efectiva contra la violencia en la región. ¿Cree que es imposible conseguir seguridad y al mismo tiempo respetar los derechos humanos?
No, no es así. Hay muchos ejemplos de países que han logrado establecer respuestas a problemas de seguridad sin violar derechos humanos. Nuestra respuesta será contundente sin recurrir a violaciones de derechos humanos.
Semilla surgió en la primavera de 2015 como un movimiento ciudadano de protesta. ¿Cómo será la nueva Primavera?
Hermosa, llena de trabajo. Trabajo con el que la gente sienta que la gente se puede empezar de nuevo a producir. Como funcionario, como empresario, como campesino, como obrero… Sencillamente nos daremos cuenta de que podemos empezar una nueva vida sin que los corruptos nos roben los sueños y nos roben el desarrollo.
