20 aniversario

Irak, entre el olvido y la nostalgia de Sadam

-"Antes teníamos un ladrón y ahora mil", lamentan los iraquiés en un aniversario de la invasión que este lunes pasó inadvertido.

La célebre mezquita chií de Al Khilani, en el centro de Bagdad, que en 2007 fue escenario de un atentado con coche bomba que dejó 78 muertos y más de cien heridos.
La célebre mezquita chií de Al Khilani, en el centro de Bagdad, que en 2007 fue escenario de un atentado con coche bomba que dejó 78 muertos y más de cien heridos.
EFE/Carles Grau Sivera

"¿Qué día es hoy? ¿El comienzo de la primavera?", pregunta Naiel Al Abbas cuando se le cuestiona sobre el 20 de marzo. Este guía del Museo Nacional, de 30 años, no tiene un hueco libre en la agenda. Los turistas han vuelto a Bagdad, las escuelas han reactivado el programa de visitas culturales y las delegaciones internacionales también quieren ver esta galería que cumple cien años. La invasión estadounidense fue un desastre más para el patrimonio iraquí ya que Washington nunca tuvo un plan de protección. Miles y miles de piezas volaron de los yacimientos de Irak y las imágenes del Museo Nacional arrasado dieron la vuelta al mundo.

Los niños de ocho colegios esperan su turno en los jardines exteriores donde corren, cantan y juegan hasta que les llega el turno. Después, guiados por los profesores y los acompañantes del museo, recorren las salas que recogen las épocas sumeria, acadia, asiria, babilónica e islámica de esta nación milenaria. Irak ha podido recuperar algunos de los tesoros robados. El más importante hasta ahora ha sido la tabla de Gilgamesh, una tablilla cuneiforme de hace 3.500 años que narra una de las primeras epopeyas de la historia y que se vendió en EE. UU. por 1,7 millones de euros.

Dos kilómetros de distancia separan el Museo Nacional de la calle Al Mutanabi, sede del mercado de libros más antiguo de la ciudad. La mejora de la seguridad permite ahora moverse en taxis de la calle. El problema es que, aunque se han levantado los puestos de control, los atascos son eternos y es imposible calcular el tiempo. Los dos kilómetros suponen una hora de trayecto debido al colapso en el puente de los Mártires sobre el Tigris. "Hay seguridad y se ha disparado la venta de coches, hay tres o cuatro por familia y las carreteras de la ciudad, sobre todo en esta parte antigua, son estrechas", explica Ali, joven taxista cuya conducción al volante de un Samand iraní es un estrés constante en el que debe ir ganado metro a metro entre el magma de vehículos.

"Hay seguridad y se ha disparado la venta de coches, hay tres o cuatro por familia y las carreteras de la ciudad, sobre todo en esta parte antigua, son estrechas"

Al Mutanabi es una pequeña calle peatonal que desemboca en el río. El recorrido se desarrolla por un camino central que dejan los puestos de venta de libros situados a los lados. Aquí se repite la sorpresa del museo cuando se pregunta por el aniversario de la invasión. Imán, estudiante de Farmacia, dice que "tenía solo dos años. Mis primeros recuerdos son de la guerra sectaria, con cadáveres tirados en mi barrio y Bagdad dividido por sectas. Menos mal que eso es pasado y que ahora todo ha cambiado. Esta es una ciudad segura".

Entre los libros a la venta hay secciones dedicadas a dictadores como Hitler, Stalin o Sadam Husein. Para Ali Zubeiri, librero de 70 años, el día de la invasión fue "un día de dolor y destrucción. Es cierto que nos alegramos cuando vimos desaparecer a Sadam, caer sus estatuas, pero lo que ha venido después, un caos de corrupción, es peor que Sadam. Antes teníamos un ladrón, ahora mil".

Arte en las calles

La siguiente parada es el distrito de Waziriyah, un lugar alejado del centro en el que la pintora Wijdan Al Majed ha dado un giro radical al aspecto de las calles con murales gigantes de Picasso, la Madre Teresa, el poeta Muzzafar Al Nawab o la arquitecta Zaha Hadid. La invasión de 2003 transformó unas calles en las que antes solo se veía la efigie de Sadam y pasaron a estar repletas de imágenes de los líderes chiíes, secta del Islam mayoritaria en el país, pero esto también está cambiando. "Esta ciudad es lo suficiente grande y caótica como para absorber estos cambios, yo he querido abrir la mente de los ciudadanos con estas figuras mundiales e iraquíes", apunta la artista, cuyo estudio está a unos minutos de los murales. Se trató de un encargo del antiguo alcalde, pero desde su salida del cargo ya no le han llegado nuevos pedidos para seguir llenando de color y de rostros interesantes la ciudad.

Wijdan vive de la pintura y se dedica a los retratos. Las embajadas le contratan para tener cuadros de sus líderes y en su teléfono conserva las fotos de sus trabajos sobre Vladímir Putin, Jomeini u otros representantes extranjeros. En este aniversario mira al pasado y se acuerda de Sadam, "que nos guste o no es historia de Irak y gobernó durante 24 años. Por eso y porque estos gobiernos no funcionan, hay gente que le añora", dice.

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