Cheney y Pence, dos 'héroes' rivales

El exvicepresidente y la 'número dos' de la comisión del 6 de enero han ganado una gran reputación por su oposición a Trump en momentos claves.

Mike Pence y Liz Cheney.
Mike Pence y Liz Cheney.
Agencias

Aunque de forma muy diferente, el exvicepresidente Mike Pence y la congresista Liz Cheney pueden considerarse como criaturas políticas de Donald Trump. Los dos han alcanzado relevancia pública y elevado su perfil nacional como resultado de sus dinámicas con el expresidente y dentro del mapa político formateado por él.

Pence, cuyas intenciones de presentarse a la candidatura republicana presidencial de 2024 no son un secreto, permanece activo en la escena política y se ha involucrado también en las elecciones de media legislatura de noviembre al respaldar a aspirantes de su preferencia en las primarias conservadoras. El exvicepresidente se ha forjado una reputación de «héroe republicano» por su integridad y valentía en su negativa a doblegarse a la presión de Trump a anular la victoria de Joe Biden a finales de 2020, y con ello ratificar el Estado de Derecho y la democracia. Aun así, Pence no termina de desvincularse del todo de Trump, y eso que éste no dudó en ponerle en peligro durante el ataque al Capitolio.

Los hallazgos de la comisión del Congreso que analiza la insurreción detallan los perturbadores momentos en los que Pence debió refugiarse con su familia en una zona de carga del Capitolio mientras las turbas violentas ocupaban el edificio. El vicepresidente rechazó subirse a un vehículo con un equipo del servicio secreto del que desconfiaba y, ante la inacción de Trump, se vio obligado él mismo a dar la orden a la Guardia Nacional de que enviara refuerzos. Tras el asedio, reanudó ante la nación y ante el mundo la sesión de certificación de la victoria electoral de Joe Biden.

Sin embargo, Pence no ha vivido a la altura de aquellos momentos que le elevaron a la Historia y desde que dejó el cargo parece tratar de caminar por la difícil línea de no atraer la ira de su antiguo jefe, al tiempo que se distancia de la trama del frustado golpe al Capitolio. El resultado es un encaje de bolillos entre posturas contradictorias. Después de criticar al FBI por el registro en la residencia de Trump en Mar-a-Lago, el que fuera su 'número dos' ha pasado ahora a censurar a quienes llaman 'Gestapo' a la agencia de investigación. Tras mantener una distancia higiénica con la comisión del 6 de enero, el miércoles dejo caer durante un foro político en New Hampshire que consideraría la opción de declarar ante los congresistas si hubiera una invitación de su parte.

Derrota vestida de triunfo

En un escenario electoral para la presidencia de 2024, con o sin la candidatura de Trump, la única opción viable para Pence sería alejarse del extremismo trumpista y aferrarse a la bandera del republicanismo moderado. Se trata éste de un espacio político minoritario y desplazado dentro del partido, en el que inevitablemente competiría con Liz Cheney. Las voces moderadas del republicanismo tradicional ven en ella, una de las mayores detractoras de Trump, a su líder.

La hija del exvicepresidente Dick Cheney ha recibido esta semana una contundente derrota de casi 40 puntos en las primarias de su Estado, Wyoming. Aunque previsto y anunciado, el varapalo viene cargado de significado en muchos niveles. La elección, que atrajo a más votantes que ninguna otra primaria republicana en los 132 años de historia de Wyoming, significó una victoria para Trump en su operación de venganza contra los republicanos que no le secundan. Pero al mismo tiempo se trata de una derrota vestida de triunfo, como Cheney declaró el martes, al señalar que su determinación a seguir luchando es «más grande» que nunca, lo que alienta los rumores de su candidatura a las presidenciales de 2024.

La 'número dos' del comite del 6 de enero ha dejado claro que está más que dispuesta a perder su escaño con tal de continuar combatiendo el negacionismo electoral como un imperativo moral y ha prometido «hacer lo que sea necesario» para evitar una segunda presidencia de Trump.

La congresista invoca las numerosas citas electorales perdidas por el presidente Abraham Lincoln hasta ganar la más importante en su famosa frase «la libertad no debe, no puede, ni morirá aquí». Sin perder un minuto, Cheney formó el miércoles un comité de acción política, denominado como la frase de Lincoln la 'Gran Tarea', con un fondo de 15 millones de dólares procedentes de donaciones recaudadas en su campaña de reelección.

Su trabajo en la investigación del asalto al Capitolio ha elevado su perfil público considerablemente, convirtiéndola en una estrella nacional. Le ha asegurado también un lugar en la historia del Partido Republicano, con una reputación de integridad y heroísmo semejante a la de Pence.

Aun así, nada indica que Cheney haya moderado sus posiciones de línea dura republicanas: desde la defensa de la guerra de Irak durante la Administración de George Bush -de la que su padre fue vicepresidente- hasta su indiferencia por las leyes de restricción de voto. Las publicaciones políticas la describen como miembro de la «realeza» heredera del neoconservadurismo. Ella y Pence podrían verse las caras en la próxima carrera a la Casa Blanca.

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