El duro camino de Scholz: desde un sueño infantil hasta el Gobierno de Alemania

Olaf Scholz, que con 12 años anunció su deseo de ser de mayor canciller federal, ha tenido que luchar para conquistar a su propio partido, el SPD.

Designated German Chancellor Olaf Scholz takes oath of office
Olaf Scholz, nuevo canciller alemán
FILIP SINGER

Nadie daba un euro por Olaf Scholz cuando en verano de 2020 el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) le nominó oficialmente como candidato a la Cancillería Federal. La formación con más de 150 años de historia, dividida en guerras intestinas que habían devorado dos presidentes del partido en poco más de 26 meses, no tenía a nadie mejor para aspirar a la jefatura del gobierno germano y su ala izquierdista lo aceptó a regañadientes.

El SPD se encontraba entonces en mínimos históricos de popularidad con una intención de voto del 14%. La afirmación en agosto de aquel año del propio Scholz de que ganaría los comicios federales de septiembre pasado provocó la incredulidad y asombro de sus correligionarios y las carcajadas de sus rivales políticos conservadores en torno a la canciller federal, Angela Merkel.

Un año antes, en octubre de 2019, Scholz, de 63 años, había fracasado en su intento de asumir la presidencia del SPD. Capitaneados por Kevin Kühnert, el líder rebelde de los 'Jusos', las juventudes socialdemócratas y el ala izquierda del partido hicieron una efectiva campaña contra él en la votación interna entre los 450.000 afiliados. El 85% rechazó su candidatura y una mayoría optó por dos desconocidos para asumir la primera bicefalia en el liderazgo socialdemócrata, Nortbert Walter-Borjans y Saskia Esken. Pero la resistencia interna contra Scholz venía de antes.

Ya a principios de 2018, cuando el SPD se vio forzado por razones de Estado a negociar una nueva gran coalición como socio menor de la CDU/CSU de Merkel, el partido hizo lo imposible por reventar esa opción. Kühnert fue de nuevo el cabecilla del movimiento, que estuvo a punto de forzar unas elecciones anticipadas.

Al final la entonces presidenta del SPD, Andrea Nahles, fustigó a su formación hasta sellar un pacto de gobierno que aguantó la legislatura completa. Scholz se convirtió en vicecanciller federal y titular de Finanzas en el cuarto gabinete de Merkel. La operación supuso el sacrificio de Nahles, que año y medio después tiraba la toalla quemada por la resistencia interna.

La renuncia de Nahles fue una derrota más de Scholz en la guerra de trincheras contra Kühnert y el ala izquierda. La enemistad se fraguó en 2017. Ese año Olaf Scholz finalizaba su etapa como exitoso alcalde-gobernador de la ciudad-estado de Hamburgo con una catástrofe. La cumbre del G20 en la capital portuaria de Alemania derivó en jornadas de caos y violencia protagonizadas por elementos de ultraizquierda llegados de todo el continente, con una severa actuación policial ordenada por Scholz que fue duramente criticada por sectores de su propio partido.

Pero todo eso es pasado. El escepticismo de sus filas y las carcajadas de sus rivales de hace un año se han convertido, entre tanto, en admiración. En el plazo de algo más de un año ha logrado dar la vuelta a la tortilla de la popularidad. Primero en primavera adelantando a Los Verdes y su candidata Annalena Baerbock, hoy la más joven ministra de Exteriores en la historia de Alemania, y luego en verano al desafortunado aspirante conservador Armin Laschet, para imponerse en los comicios.

Apoyo abrumador

Scholz ha logrado además conjurar la coalición que buscaba y no la de socialdemócratas, verdes y La Izquierda que deseaban Kühnert y el ala radical de su formación. Y ha vuelto a fusionar completamente a los socialdemócratas. El abrumador 98,8% de aprobación a la nueva alianza de gobierno logrado en el congreso extraordinario del SPD hace ocho días demuestra que todos le respaldan ahora y que ha logrado la reconciliación. Kühnert no cabe en sí de gozo al tener en Scholz al cuarto canciller federal socialdemócrata de Alemania.

Admiración también por la armonía en las negociaciones para el acuerdo de coalición. Christian Lindner, líder liberal y nuevo ministro de Finanzas, ha elogiado el "andamio interno" de Scholz, su postura y soberanía durante las conversaciones. La mezcla de buena preparación, capacidad de formulación y disposición al compromiso sorprendió incluso a sus compañeros de partido.

Casado y sin hijos desde hace 23 años con Britta Ernst, ministra de Educación en el Estado de Brandeburgo, Scholz vivió el miércoles su momento estelar durante la sesión de investidura en el Bundestag acompañado de toda su familia. Además de su esposa, sus dos hermanos menores, Jens, anestesista y presidente de la Clínica Universitaria de Schleswig-Holstein, e Ingo, director de área en una empresa informática, estuvieron en la tribuna de invitados, al igual que sus padres Gerhard y Christel. Ferroviario jubilado de 86 años, Gerhard Scholz reveló a los medios que el nuevo jefe del Gobierno sorprendió a toda la familia cuando a la edad de 12 años afirmó que de mayor quería ser canciller federal. "Se planteó esa meta muy temprano, todavía iba a la escuela", comentó orgulloso su progenitor.

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