Falstrumpff

La política ha sido parasitada por personajes que recuerdan al pícaro Falstaff de Shakespeare.

Hoy el bufón puede convertirse en presidente.
Hoy el bufón puede convertirse en presidente.
Leah Mills

Muchas órdenes religiosas preguntan a sus miembros en la elección a cargo máximo: "¿Te gustaría que fuera superior de tu comunidad?". La pregunta tiene su miga… ¿Votaría a un candidato del que no se fiara como vecino, jefe, compañero? Si la respuesta es sí, hágaselo mirar. Al Profesor Perplejo le hace gracia Falstaff como personaje, pero no como presidente. Un golfo simpático, un ladrón que no pagaba las rondas y se llevaba las vueltas, mujeriego, noctívago, divertido, cobarde, borrachín, pendenciero y mentiroso compulsivo. Era gracioso porque nunca pretendió ser otra cosa que Falstaff, pero Shakespeare se lo carga cuando quiere medrar a la sombra de su amigote Enrique V. Sabía que reír era gratis y eso no gustaba al poderoso, así que Sir John produjo risa de taberna y no de corte. Murió como lo que fue: un entrañable bufón despechado. Mejor así que verlo corromperse en los aledaños del poder.

La modernidad hacía impensable que el bufón se convirtiera en rey. Hoy, el planeta está lleno de ‘Falstrumpff’: personajes que han parasitado la política desde la adolescencia, refractarios al estudio y la mesura, verborrágicos. Falstaff es el gran personaje, pero Madame Historia le cortó las alas a tiempo. ¿A santo de qué, la ambición de estos personajillos por protagonizarla? Mira que era gordo, piensa el Profesor Perplejo: ¿Será por eso que el disfraz les venga tan grande a estos Falstrumpff de pacotilla? Dude, dude...

Jorge Sanz Barajas es profesor y escritor