Reconocer a Guaidó

España y Europa deben respaldar con claridad la opción democratizadora que Juan Guaidó representa en Venezuela.

Juan Guaidó, proclamado presidente encargado de Venezuela.
Juan Guaidó, proclamado presidente encargado de Venezuela.
Andrés Martínez Casares / Reuters

Al fin, el Gobierno español y también la Unión Europea elevaron ayer el tono frente al régimen de Maduro y en apoyo de la opción democratizadora que representa en Venezuela Juan Guaidó. Quizá hubiera sido preferible un rápido reconocimiento de Guaidó como ‘presidente encargado’, pero el plazo de ocho días que Sánchez dio a Maduro para convocar elecciones "libres y transparentes" debiera servir para garantizar una posición clara y unánime de la UE.

El Gobierno español dejó ayer de lado los titubeos iniciales con una declaración en la que Pedro Sánchez dio a Maduro un plazo de ocho días para convocar elecciones en condiciones democráticas; de no hacerlo, España -además de Francia, Alemania y el Reino Unido, que respaldaron el mismo plazo- reconocerá a Juan Guaidó como ‘presidente encargado’ de Venezuela. Esta mayor firmeza de la posición española frente al régimen chavista es bienvenida y va paralela a un endurecimiento del tono por parte de la Unión Europea, en la que, no obstante, no hay consenso sobre el explícito reconocimiento de la presidencia de Guaidó. Sin duda hubiera sido más lógico y más eficaz que España procediese a ese reconocimiento de forma inmediata, pero también es deseable conseguir que todos los gobiernos de la UE actúen con un criterio común, de manera que la posición europea pueda tener una influencia decisiva en la situación venezolana. Es improbable que Maduro acepte el ultimátum y convoque elecciones, pero en todo caso unos comicios bajo su mando carecerían de las mínimas garantías democráticas. Aunque el apoyo en la Constitución del paso dado por Guaidó sea discutible, está claro que su presidencia interina supone la mejor oportunidad que los venezolanos han tenido en los últimos años para restablecer una convivencia democrática. España y Europa deben hacer todo lo posible para que esa oportunidad no se malogre.