EE.UU. sanciona a 17 saudíes por el "brutal" asesinato del periodista Khashoggi

Algunos de los sancionados trabajaban para la familia real y otros ocupaban puestos de responsabilidad en ministerios y oficinas del Gobierno.

Foto de archivo del periodista Jamal Khashoggi.
Foto de archivo del periodista Jamal Khashoggi.
Efe

El Gobierno de EE.UU. sancionó este jueves a 17 saudíes, incluido uno de los exasesores más cercanos al príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, debido a su implicación en el "brutal" asesinato del periodista Jamal Khashoggi, crítico con la monarquía del país árabe.

Las sanciones de este jueves suponen la primera respuesta concreta del Gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, al asesinato de Khashoggi el 2 de octubre en el consulado de su país en Estambul, adonde había acudido para recoger unos documentos que necesitaba para casarse.

El secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, aseguró en un comunicado que algunos de los 17 sancionados trabajaban para la familia real en el momento del asesinato de Khashoggi, mientras que otros ocupaban puestos de responsabilidad en ministerios y oficinas del Gobierno.

"Nuestra acción de este jueves es un paso importante para responder al asesinato de Khashoggi", subrayó el titular de Exteriores.

Entre los sancionados se encuentran el cónsul general de Arabia Saudí en Estambul, Mohamed Alotaibi, y miembros del equipo saudí que supuestamente llegó a Turquía horas antes de la desaparición de Khashoggi y que, según las autoridades turcas, estranguló y descuartizó al periodista.

En un comunicado, el Departamento del Tesoro de EEUU confirió un papel protagonista en el crimen a Saud al Qahtani, uno de los asesores más cercanos a Bin Salmán, que fue destituido el mes pasado después de que las autoridades saudíes fueran acusadas de obstaculizar la investigación.

En concreto, el Departamento del Tesoro acusa a Al Qahtani de formar "parte de la planificación y ejecución de la operación que condujo al asesinato de Khashoggi".

Además, según el Tesoro, esa operación fue "coordinada y ejecutada" por Maher Mutreb, uno de los subordinados de Al Qahtani, y contó con la participación de otros funcionarios saudíes.

Al Qahtani, que había trabajado para la familia real desde 2003, incrementó su poder cuando Bin Salmán se convirtió en 2017 en príncipe heredero de Arabia Saudí, al pasar a ser uno de sus asesores más próximos y dirigir su estrategia para supervisar a los medios de comunicación críticos con el reino.

Al Qahtani, muy activo en Twitter, solía instar a sus 1,35 millones de seguidores en esa red social a denunciar a los críticos con las autoridades saudíes.

El Ejecutivo estadounidense no ha relacionado explícitamente a ninguno de los sancionados con Bin Salmán y tampoco le atribuye ninguna responsabilidad, a pesar de que el príncipe se encuentra bajo escrutinio internacional ante la sospecha de que fue él quien ordenó personalmente el crimen.

Además, poco antes de que EE.UU. impusiera sus sanciones, la Fiscalía saudí acusó a 11 personas de la muerte de Khashoggi en una investigación que exonera a Bin Salmán de cualquier responsabilidad.

Las sanciones a ciudadanos saudíes, un gesto poco común en Washington, sirven para congelar los activos financieros que los 17 individuos amonestados pudieran tener en EEUU y prohíbe a ciudadanos estadounidenses hacer transacciones financieras con ellos o con sus empresas.

Las sanciones no golpean a Arabia Saudí, a la que Washington ve como uno de sus principales aliados en la región y cuyo petróleo necesita ante las restricciones impuestas recientemente a Irán.

Cuando se supo que Khashoggi había desaparecido, el presidente de EE.UU., Donald Trump, amenazó a Arabia Saudí con un "castigo severo", aunque luego fue suavizando su discurso al considerar "creíble" la versión saudí sobre lo sucedido.

Hasta ahora, la respuesta de EE.UU. se había limitado a revocar los visados a los implicados en la muerte de Khashoggi.

Khashoggi, cercano durante años a las esferas de poder de Arabia Saudí, se distanció de la monarquía en 2017 después de que Bin Salmán fuera nombrado príncipe heredero.

Entonces, se exilió a EE.UU. y comenzó a escribir columnas críticas con la monarquía del país árabe para el diario "The Washington Post".

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