La estampida más mortífera

Medio millar de búfalos se ahoga en el río Chobe, al norte de Botswana, al huir atropelladamente del acoso de los leones.

Estos herbívoros de más de 1,7 metros de altura, se defienden haciendo frente común contra el agresor.
Estos herbívoros de más de 1,7 metros de altura, se defienden haciendo frente común contra el agresor.
Pixabay

No hay muchos depredadores que cuenten en su dieta con la carne abundante del búfalo cafre o del Cabo. Su fiereza, sustentada sobre más de 700 kilos de peso y una cornamenta peligrosa, desalienta a aquellos con los que comparte la sabana africana. Además, este imponente herbívoro de más de 1,7 metros de altura, se defiende haciendo frente común contra el agresor y los más osados de la manada son capaces de arremeter contra el osado enemigo. Ese arrojo no impide que los grandes felinos acosen a los más rezagados, jóvenes, ancianos y enfermos. En cualquier caso, no resulta habitual que su persecución provoque el desconcierto general y una masacre como la que se produjo durante la noche del pasado lunes en el Parque Nacional Chobe, al norte de la república africana de Botswana. La mitad del millar de miembros de una manada se ahogó al intentar huir de los leones que los perseguían.

Las primeras luces del día descubrieron decenas de cadáveres flotando en el río Chobe, que hace de frontera con Namibia y los resorts de lujo de la otra orilla. Las primeras elucubraciones aseguran que los animales huyeron del acoso de los leones, habituales cazadores nocturnos, y la oscuridad impidió una retirada ordenada, como suele ser habitual.

La falta de visibilidad, agudizada por los cielos cubiertos de nubes, condujo a las reses hasta una zona escarpada de la ribera y, al parecer, todos se empeñaron en llegar hasta el río a través de un estrecho camino. Muchos se precipitaron al vacío, empujados por los más fuertes, y otros se atropellaron al intentar bajar por la senda y cayeron al agua, donde fueron aplastados por las sucesivas oleadas.

Los nativos residentes en ambas riberas, los cocodrilos y fuerzas locales de seguridad se han encargado de retirar los cuerpos que colapsan el cauce y repartirlos entre las comunidades cercanas. Las autoridades también han permitido la extracción por particulares, el despiece en el propio lugar y la feliz proliferación de barbacoas, mientras prosiguen la investigación de este extraño suceso. Los ahogamientos no son infrecuentes, pero el mayor no llegó a las cincuenta cabezas. No existen precedentes de tanta magnitud, que recuerdan a las dramáticas imágenes de cientos de ñus flotando inermes en el río Mara, en la costa oriental del continente.

El generoso condumio de carne de búfalo anticipa futuras privaciones en Chobe para tigres y leones, instigadores del desastre. Los investigadores aseguran que el carácter gregario acentuó la magnitud de un drama que no pudieron evitar los viejos machos que guiaban la manada. La misma estratagema seguían los indios americanos con los bisontes, empujados en masa hacia despeñaderos.

El aspecto de res que pace tranquilamente de este animal no debe equivocar, ni tampoco su atropellada respuesta a ciertos peligros. En África, el búfalo forma parte del 'Big Five', los cinco grandes a los que hay que avistar desde la prudencia. Junto al elefante, el león, el rinoceronte y el leopardo, representa al animal que nunca se debe molestar.

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