Trump y la prueba del algodón
Las elecciones legislativas de hoy indicarán si Trump mantiene su apoyo popular.
El ínclito inquilino de la Casa Blanca (convertida en un «manicomio», según Bob Woodward) es la punta de lanza del posfascismo (Traverso). No obstante, hoy, en las elecciones de medio mandato, se comprobará si gana o pierde apoyos. Trump triunfó hace dos años porque prometió seguridad, cierre de fronteras y América primero, cuando amplias capas sociales de EE. UU. miraban con desconfianza al exterior y con miedo al futuro. Era un candidato que hacía ostentación de su demagogia, racismo y machismo. Pero, como demuestra un reciente artículo de la revista Science, la gente que se siente amenazada pide mano dura. Por eso, la nueva posdemocracia (Castells) se configura alrededor del neoliberalismo económico y el autoritarismo político.
El brexit es un claro ejemplo de que las promesas de los populismos soberanistas se resquebrajan en cuanto toman contacto con la realidad: el Reino Unido es hoy un país dividido, retraído y aún más asustado que cuando votó el referéndum.
¿Y Trump? El ególatra millonario aún mantiene su electorado porque sus recetas simplonas todavía no han generado todos sus perniciosos efectos. Eso sí, en menos de dos años ha conseguido que EE. UU. dilapide su liderazgo mundial, ha lanzado una guerra comercial que acabará dañando a sus trabajadores y ha tensionado al país en una violenta pugna entre reaccionarismo y liberalismo.