Las asignaturas pendientes de Macron

Macron afronta la crisis abierta por la marcha de Hulot sumido en su cota más baja de confianza.

Emmanuel Macron, presidente francés, junto al que se participa en este proyecto.
Las asignaturas pendientes de Macron
Reuters

Emmanuel Macron prepara los exámenes de septiembre. El presidente francés arrastra varias asignaturas pendientes. La evaluación más acuciante es el relevo de Nicolas Hulot, figura estelar del Gobierno hasta su inesperada dimisión esta semana en pleno arranque del nuevo curso político. La ralentización del crecimiento económico, la resistencia a bajar del paro y el bloqueo del poder adquisitivo son otros reveses añadidos para un gobernante sumido en la cota más baja de popularidad en sus quince meses de mandato. Se agotan las convocatorias y la confianza de la ciudadanía.

Macron ha abierto un período de reflexión durante el fin de semana. Le da vueltas a la resolución de la crisis provocada por la espantada de Hulot. El ministro de Medio Ambiente, número tres en el orden jerárquico del Gabinete, improvisó la renuncia sin avisar a su mentor en una entrevista radiofónica el martes mientras el jefe del Estado iniciaba un viaje oficial de tres días a Dinamarca y Finlandia. Fue un sorprendente golpe bajo que le priva de la personalidad más apreciada por los franceses y del aval verde a los delicados equilibrios ecológicos en materia económica del equipo gubernamental.

Hulot era el astronauta de Macron. Divulgador de la defensa medioambiental en programas televisivos de máxima audiencia patrocinados por la industria química, venía del imprevisible planeta de la sociedad civil y nunca se sintió cómodo en la órbita de la política profesional. Novia cortejada sin éxito por Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y François Hollande, el ahora seductor del Elíseo había conseguido persuadirle de que venciera su genética alergia al poder institucional para sumarse a su proyecto reformista. Pero los desengaños y las desilusiones de la gobernanza diaria pronto hicieron mella en un novato en el ejercicio tocado moralmente por la revelación en febrero de una antigua querella por violación presentada en 2008 por una colaboradora de su fundación, archivada en su día y ya prescrita.

Tentado durante meses por arrojar la toalla, Hulot ha comprometido a Macron al justificar su dimisión por impotencia ante la influencia de los grupos de presión nucleares, agrícolas e industriales. La gota que desbordó su resignación ante los intereses privados fue el compadreo con el poderoso lobby de los cazadores de un presidente amante de la caza con el punto de mira puesto en los cinco millones de electores rurales. Al final se ha tomado las vacaciones del señor Hulot, a imagen del personaje cinematográfico creado por el cómico Jacques Tati, con el aval de la opinión pública que le sigue colocando en cabeza de las personalidades a las que desea una mayor influencia política.

Por el contrario, Macron ha bajado cinco puntos en el capital de popularidad según la primera encuesta realizada tras la despedida a la francesa del buque insignia verde de la flota gubernamental. Con el 34% de opiniones positivas, el presidente desciende al nivel más bajo desde su toma de posesión en mayo de 2017. Roza la cota del 32% que presentaba el socialista Hollande en el mismo momento de su mandato, muy por debajo del 47% que atesoraba el conservador Nicolas Sarkozy a esas alturas. Dos de cada tres franceses tienen una mala opinión de un jefe del Estado cuya política solo es juzgada justa y eficaz por entre el 28% y el 27% de los sondeados.

Escándalo Benalla

Macron acusa el descrédito originado por el escándalo de Alexandre Benalla, su guardaespaldas de confianza imputado el 22 de julio por una agresión parapolicial a manifestantes del Uno de Mayo en París. La reanudación a finales de mes de los trabajos de la comisión creada por el Senado para investigar el caso volverá a poner bajo el foco de la actualidad el principal quebranto a la "República ejemplar" prometida por el presidente renovador. El hedor a antiguo mundo ha vuelto a atufar el Elíseo estos días con el nombramiento como cónsul en Los Ángeles del escritor Philippe Besson, íntimo del matrimonio Macron y autor de un relato hagiográfico sobre la campaña victoriosa de su padrino.

Paradojas de la política, la única buena noticia en esta racha de tribulaciones le ha llegado a Macron de sus principales detractores exteriores. Viktor Orban y Matteo Salvini le designaron el miércoles en Milán como su enemigo número uno por ser el abanderado de la inmigración y las élites europeas. El europeísta acérrimo recogió solícito el guante tendido por el primer ministro húngaro y el vicepresidente italiano.

"No voy a ceder nada a quienes predican un discurso de odio. Si quieren ver en mi persona su oponente principal, tienen razón", replicó desde Copenhague. Es su forma de reeditar la división entre "nacionalistas y progresistas" que también le fue para derrotar en las presidenciales a la ultraderechista Marine Le Pen. En este mismo marco ideológico pretende plantear las elecciones europeas del 26 de mayo próximo. Acertar con el sustituto de Hulot es su actual quebradero de cabeza para asegurarse la baza del voto verde que te quiero verde.

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