​​​​​​​Berlín recibe a Jakiv Palij, el vigilante nazi expulsado por EE. UU.

El deportado fue vigilante de campos de concentración y hasta salir a la luz su pasado en las SS llevó una vida tranquila en Nueva York.

Jakiv Palij, en una imagen tomada en 1949.
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Reuters

Tras años de presiones por parte de Washington para que Berlín aceptara su entrega, el presunto criminal nazi Jakiv Palij, de 95 años de edad, llegó este martes a Alemania en un avión militar especial y fue ingresado forzosamente en una residencia de ancianos cerca de la localidad de Münster, al oeste del país. De origen polaco, Palij comenzó a trabajar en 1941 como vigilante armado encargado de evitar fugas a las órdenes de las temidas SS en varios campos de concentración. Su labor resultó decisiva para mantener las "inhumanas condiciones de vida" en los campos de exterminio, señaló la embajada estadounidense en Berlín en un comunicado.

Su expulsión de Estados Unidos había sido ordenada hace ya 14 años por un juez de Nueva York, donde residía hasta ahora impunemente ya que ningún país quería asumir su entrega. Al recibir a Palij "Alemania ofrece una clara señal de su responsabilidad moral" por los crímenes del nacionalsocialismo, señalaron desde el ministerio germano de Exteriores.

El embajador de Estados Unidos en Alemania, Richard Grenell, destacó que es de agradecer al nuevo Gobierno de la canciller federal, Angela Merkel, que "se reactive el caso del vigilante nazi de campos de concentración Jakiv Palij" y comentó que la deportación del presunto criminal era "un deseo prioritario" del presidente Donald Trump. Senadores, congresistas y representantes de las comunidades judías en Estados Unidos habían insistido a lo largo de los últimos años en que aquellas personas que sirvieron al régimen de injusticia nazi no debían disfrutar de sus últimos años de vida en la tranquilidad del país que los había acogido ignorante de su pasado. Palij pudo emigrar a EE.UU tras asegurar falsamente a su llegada que había trabajado como campesino y empleado de fábrica en Polonia. En 1957 obtuvo la nacionalidad estadounidense, que le fue retirada por un tribunal en 2003 al comprobar que había ocultado su pasado al servicio de las SS.

Palij era un llamado 'trawniki', un colaborador voluntario de la orden de la calavera, la guardia pretoriana del dictador Adolf Hitler, formado en el campo de trabajos forzosos del mismo nombre en la Polonia ocupada. Hasta el final de la guerra los entre 4.000 y 5.000 'trawniki', voluntarios reclutados en las repúblicas bálticas, Polonia y Ucrania, fueron vigilantes en los campos de concentración y exterminio de Belzec, Sobibor y Treblinka.

El hoy anciano nunca tuvo la ciudadanía alemana y ante el hecho de que tanto Polonia como Ucrania se negaban a aceptarlo en su territorio, Alemania ha hecho uso de un artículo extraordinario para la concesión del permiso de residencia a extranjeros mediante decreto "por razones de derecho internacional o motivos humanitarios" o "en defensa de los intereses políticos de la República Federal".

Un precedente ucraniano

Su caso recuerda inevitablemente al del ucranio John Demjanjuk, otro 'trawniki' que se refugió en Estados Unidos tras la guerra y que fue deportado a Alemania en 2009. Tres años después la Audiencia de Múnich le condenó a cinco años y medio de cárcel por colaborar en el asesinato de mas de 28.000 personas, aunque poco antes de que la sentencia fuera firme falleció a los 92 años en un asilo de ancianos.

Sin embargo es más que dudoso que Palij llegue a tener que personarse ante la Justicia alemana. Al contrario que Demjanjuk, de Palij no se conserva documentación alguna, ni copia de su carné de vigilante de las SS ni acta personal con la que pueda demostrarse su participación en el Holocausto. El hecho de que no fuera alemán y de que las perspectivas de enjuiciarlo fueran remotas había hecho que Alemania rechazara hasta ahora aceptar su deportación desde Estados Unidos. La Fiscalía de Würzburg había archivado su caso en 2015 por falta de pruebas.

Tras aterrizar en un avión especial a primera hora de la mañana del martes en Düsseldorf, el presunto criminal nazi fue trasladado en una ambulancia a un asilo de ancianos en la pequeña localidad de Ahlen, en el distrito de Warendorf del occidental Estado de Renania del Norte-Westfalia. El Gobierno regional de Düsseldorf había aceptado la ingrata tarea de buscar una residencia final para el que se presume que será el último nazi que deporta Estados Unidos.

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