Pocos avances en Bruselas

El Consejo Europeo celebrado el jueves y el viernes rebajó un poco las tensiones internas pero dejó aparcadas las decisiones trascendentes.

La reunión de los líderes europeos en Bruselas.
La reunión de los líderes europeos en Bruselas.
Stephanie Lecocq / Efe

La cumbre europea celebrada esta semana no produjo avances importantes ni respecto a la inmigración ni sobre la reforma institucional del euro, sino que remitió las decisiones fundamentales a futuras reuniones. Al menos se evitó agravar las tensiones entre los socios, que mantienen profundas diferencias. Pero la Unión Europea no puede seguir demorando continuamente avances sustanciales en dos asuntos que son trascendentales para su futuro.

Se esperaba que el Consejo Europeo fuera crucial para algunos de los retos más importantes que afronta la Unión Europea, la inmigración y la reforma del euro. Pero las conclusiones han sido decepcionantes. La creación de centros para recibir a refugiados e inmigrantes se ha dibujado en términos demasiado inconcretos, aunque al menos subraya que la gestión de la inmigración se asume como asunto europeo y no se carga sobre las espaldas de los países ribereños del Mediterráneo. Esto ha aplacado al extremista gobierno italiano, pero quedan muchos aspectos pendientes de definir. También han encontrado alivio las tensiones que sufre Merkel con sus socios de coalición; la canciller puede esgrimir el compromiso de varios países, propiciado por el presidente del Gobierno español, para facilitar la devolución de los demandantes de asilo que, tras haber sido registrados en otro país europeo, se trasladan a Alemania.

En cuanto al euro, los avances han sido demasiado tímidos y se han dejado de lado dos aspectos trascendentales: el fondo de garantía de depósitos y el presupuesto común para la eurozona. La dificultad para llegar a acuerdos refleja las profundas diferencias que existen no solo entre los gobiernos europeos, sino también en la percepción de los ciudadanos. Ha ganado terreno una visión nacionalista y populista, que sabotea la discusión racional y condiciona a las fuerzas políticas moderadas. En esas circunstancias, lograr avances resulta sumamente complicado.