El principio del fin de la guerra contra las drogas, a debate en la ONU

Se busca llegar a una estrategia global antidroga para dar un giro a la forma con la que se enfrenta este problema que mueve cada año cientos de miles de millones de dólares.

Gobiernos de todo el mundo se reunirán la próxima semana en la ONU para analizar la estrategia global antidroga, una cumbre llamada a marcar el principio del fin de la llamada guerra contra las drogas.


Con más y más países impulsando enfoques alternativos, la sesión especial de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre las drogas (UNGASS, en sus siglas inglesas) es vista por muchos de ellos como una ocasión única para dar un giro a la forma en la que el planeta se enfrenta a este problema.


De la cita de tres días que se celebra en Nueva York no saldrán medidas revolucionarias, ni tan siquiera un producto claro, pero sí un mensaje de cambio frente a la mano dura que ha imperado en las últimas décadas y que, cada vez más, se da por fracasada.


Según cifras de la ONU, pese a los enormes recursos dedicados a la represión, la producción, oferta y consumo de estupefacientes a nivel mundial continúa en aumento y este mercado ilícito mueve cada año cientos de miles de millones de dólares.


En el mundo hay 27 millones de drogodependientes, de los cuales 12 millones utilizan drogas inyectables como la heroína, y cada año mueren casi 200.000 personas por el consumo de estupefacientes. 


Mientras tanto, en muchos países las cárceles se han llenado de personas condenadas por pequeños delitos relacionados con las drogas y el combate al narcotráfico ha dejado miles de muertos. Solo en México, según datos de Human Rights Watch, más de 60.000 personas perdieron la vida y más de 26.000 desaparecieron entre 2006 y 2012 en el marco de la guerra contra el narco.


"El régimen de control de las drogas que emergió durante el pasado siglo se ha demostrado desastroso para la salud, la seguridad y los derechos humanos globales", recordaron esta semana varios expresidentes latinoamericanos, líderes políticos de Estados Unidos y celebridades y empresarios de todo el mundo en una carta abierta.


Ese sentimiento se escuchará con fuerza a partir del lunes en Nueva York, con numerosas marchas, exposiciones y conferencias organizadas por ONGs y grupos como la Comisión Global sobre Políticas de Drogas.

Dentro de la propia ONU, donde la UNGASS arranca el martes, serán los países latinoamericanos los que capitanearán ese llamamiento al cambio defendiendo políticas centradas en la prevención, la salud pública y el respeto de los derechos humanos.


Entre otros, estarán en la cumbre los presidentes de México, Enrique Peña Nieto, y Colombia, Juan Manuel Santos, países que junto a Guatemala son los impulsores de la celebración esta cumbre, la primera de este tipo en dos décadas.


La mayoría de los países europeos apuesta también por nuevas políticas, mientras que Estados Unidos se ha ido acercando poco a poco a esas posturas de la mano del presidente Barack Obama y con la despenalización e incluso legalización de la marihuana en algunos de sus estados.


Frente a todos ellos, Egipto, Rusia o varios países asiáticos, incluida China, siguen defendiendo las estrategias de represión y han frenado las iniciativas más ambiciosas con vistas a la UNGASS.


El documento oficial que aprobará la cumbre, negociado el mes pasado en Viena, es así un texto de mínimos fruto de la necesidad de consenso entre países con distancias extremas. 


Hoy en día, hay Estados que aplican la pena de muerte por la tenencia de productos, como el cannabis, que en otros se pueden adquirir legalmente para fines médicos o incluso recreativos.


La declaración reafirmará la vigencia de las convenciones internacionales sobre drogas y el objetivo fijado en 2009 de "eliminar o reducir de manera significativa" el cultivo ilícito de adormidera, arbusto de coca y cannabis para 2019. Pero al mismo tiempo abre la puerta a nuevas políticas, dejando clara la flexibilidad que permiten las convenciones y haciendo referencias al respeto de los derechos humanos y a la importancia de tratar el problema de las drogas como un asunto de salud pública.


¿Qué quiere decir eso en la práctica? Por ejemplo, animar a los países a explorar penas alternativas a la prisión por delitos leves de posesión o a facilitar el acceso a sustancias con fines médicos, explicaba hace unos días el director ejecutivo de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), Yuri Fedotov.


No se trata de la revolución que algunos esperaban, pero países que conocen bien el problema, como Colombia, se muestran satisfechos y ven la cita como un claro paso adelante.

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