Una crisis de Gobierno en Ucrania tras la fallida moción de censura

Tras varias horas de enconados debates en el Parlamento, el primer ministro, Arseni Yatseniuk, ganó por los puntos la sesión.

La fallida moción de censura contra el Gobierno ucraniano interpuesta por el partido del presidente, Petró Poroshenko, abrió una profunda crisis en el seno de la coalición gubernamental y europeísta, que amenaza con descarrilar el proceso de paz en el este del país.


"Los resultados de la votación, que formalmente no llevaron a la destitución del Gobierno, han dejado patente que este Ejecutivo ni tiene el apoyo del Parlamento ni puede aprobar leyes", afirmó Yuri Lutsenko, líder de la fracción parlamentaria del Bloque Petró Poroshenko.


Tras varias horas de enconados debates en la Rada Suprema (Parlamento), el primer ministro, Arseni Yatseniuk, ganó por los puntos la sesión, ya que la moción de desconfianza presentada por el partido presidencial recibió un total de 194 votos, lejos de los 226 necesarios para destituir al Gobierno en pleno.


Paradójicamente, minutos antes una mayoría de diputados había expresado su desacuerdo con la gestión del Gobierno de Yatseniuk, al que acusan de ser incapaz de combatir la corrupción y de introducir las reformas estructurales que demanda la comunidad internacional.


Sea como sea, el Ejecutivo sale muy tocado, ya que la aplastante mayoría de los diputados que respaldan la mayoría gubernamental, y con la única salvedad del Frente Popular de Yatseniuk, votaron a favor de la moción de censura.


El resultado podría haber sido otro si 39 diputados de los 136 con que cuenta el partido de Poroshenko no se hubieran saltado la disciplina parlamentaria o si hubieran votado los más de 150 parlamentarios de un total de 450 que no acudieron a la sesión.


Además y para sorpresa de todos, la mayoría de los diputados del prorruso Bloque Opositor -prácticamente única formación de la Rada abiertamente enfrentada a la mayoría que surgió de la revolución del Maidán- abandonó la sala antes de la votación.


La única buena noticia para Yatseniuk es que, según el reglamento de la Rada, el Parlamento no podrá presentar una nueva moción hasta septiembre próximo.


Yatseniuk asumió el cargo hace casi dos años después de que fuera derrocado el entonces presidente, Víktor Yanukóvich, y tras recibir el apoyo de 371 diputados, un resultado sin precedentes en este país.


No obstante, según las encuestas, apenas un 8 por ciento de los ucranianos apoya ahora su gestión, que ha sido duramente criticada por miembros de su Gobierno y por sus aliados, como Poroshenko y la ex primera ministra, Yulia Timoshenko.


Minutos antes de que se iniciara el debate, Poroshenko demandó un cambio de Gobierno al afirmar que ya era tarde para una "remodelación parcial del gabinete de ministros" y constatar que "la sociedad ha retirado la confianza" al Ejecutivo de Yatseniuk.


"La sociedad ha decidido claramente que ha habido más errores que aciertos. Y está claro que las reformas sólo pueden llevarse a cabo por un Gobierno que cuente con la confianza de los ciudadanos. Para restaurar la confianza ya no basta con terapia, hace falta cirugía", dijo en un mensaje a la nación.


Poroshenko subrayó que el nuevo Gobierno debe estar integrado por tecnócratas reformistas sin ninguna relación con los grupos económicos de presión, y adoptar "duras medidas anticorrupción" e impulsar una "privatización honesta".


Al mismo tiempo, el líder ucraniano se dirigió al Frente Popular de Yatseniuk, a cuyos miembros calificó de "correligionarios y aliados políticos", para que no abandonen la coalición gobernante y recordó que ésta se formó sobre la base de principios europeístas y no de cargos y poltronas. "La guerra política interna de todos contra todos es el sueño de nuestro vecino nororiental (Rusia)", aseguró.


Poroshenko se mostró contrario a disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas, aduciendo que sería un grave error celebrar la cuarta campaña electoral en menos de dos años, más aún "en condiciones de agresión exterior".


En los últimos meses el vicepresidente de EEUU, Joe Biden, y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, ya advirtieron a Kiev de que no recibiría asistencia financiera para evitar la suspensión de pagos si no combatía la alarmante corrupción.


La gota que colmó el vaso fue la reciente dimisión del ministro de Economía, Aivaras Abromavicius, quien denunció la corrupción en las filas de la coalición oficialista y las presiones ejercidas contra las reformas por parte de algunos políticos, entre los que citó altos cargos del partido de Poroshenko.


Según los analistas, la inestabilidad política en Kiev impide la introducción de las reformas constitucionales necesarias para el arreglo del conflicto en las regiones orientales de Donetsk y Lugansk, donde hoy murieron tres soldados ucranianos en combates con las milicias prorrusas.

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