JUZGADO DE LO PENAL

Los atracadores del BBVA nunca imaginaron que clientes y empleados «intentaran» pararlos

La Fiscalía oscense solicita para los cuatro imputados penas que suman 40 años de cárcel. La defensa de los dos asaltantes pide la libertad por actuar bajo el síndrome de abstinencia.

Los cuatro acusados, que intentaron ocultar su rostro de las cámaras, estuvieron fuertemente custodiado.
Los atracadores del BBVA nunca imaginaron que clientes y empleados «intentaran» pararlos
R. G.

Dos años después, los atracadores de la sede central del BBVA en Huesca aún no salen de su asombro. «Nunca pensamos que aquel cliente fuera tan insistente para intentar pararnos, ni que quisiera ser un héroe. Esa gente fue muy inconsciente». Son palabras de Pedro Pilarces Tobías y Benito Ortiz Perea, dos conocidos delincuentes que han pasado ya más de 25 años en prisión y que ayer se sentaron en el banquillo del Juzgado de lo Penal para enfrentarse a penas que suman 20 años de cárcel por el asalto que frustraron en 2009 varios clientes y empleados antes de poder huir con un botín de 37.500 euros.


Junto a ellos están otros dos acusados, hermanos de uno de los asaltantes y miembros de un conocido clan de atracadores de bancos que actuó en Zaragoza en los 80, como presuntos cómplices y para los que la Fiscalía solicita las mismas penas. Tras una sesión maratoniana de cinco horas, el juicio se suspendió hasta el lunes.


La fiscal y el letrado del BBVA piden para los cuatro acusados 3 años y 4 meses por el intento de robo con intimidación, 2 años y 6 meses por tenencia ilícita de armas y 2 años por cada uno de los dos delitos de lesiones. Mientras, la defensa de Pedro Pilarces y Benito Ortiz, representada por el letrado Javier Rivas, solicita la absolución por considerar que concurre la eximente completa al haber actuado bajo el síndrome de abstinencia. Los abogados de los otros dos acusados también solicitan la absolución por la falta de pruebas contra sus clientes.


Exculpan a los otros dos acusados


Los dos atracadores reconocieron ayer la autoría, pero negaron que los otros dos acusados, Antonio Ortiz Perea y Pedro Ortiz Perea, hubieran participado o colaborado de algún modo en el intento de atraco, como sostiene la Fiscalía en su escrito provisional asegurando que les estuvieron esperando fuera del banco en una furgoneta para ayudarles en la fuga.


Pedro Pilarces declaró que no necesitaban la ayuda de nadie «porque dos personas son suficientes para robar un banco». Por su parte, Benito Ortiz, negó también haberle pedido ayuda a sus hermanos para huir y relató que su plan inicial era ir al Hospital San Jorge tras el atraco para esconder las armas por la zona y volver a Zaragoza en autobús.


Tras admitir la autoría, los dos atracadores dieron su versión de lo ocurrido el 13 de enero de 2009. El día anterior fueron a comprar heroína a un clan gitano de Zaragoza pero no se la vendieron porque ya les debían 6.000 euros. Los acusados aseguraron que al no poder saldar esa deuda y conocedores de que se habían dedicado a atracar bancos, estos 'camellos' les ofrecieron dos pistolas con los números de serie borrados, chalecos antibalas y prendas de disfraz «para que nos buscáramos la vida», señalaron, lo que significaba, según ellos, que tenían que atracar un banco y darles una comisión del botín obtenido.


Ambos durmieron aquella noche en casa de la abuela de Benito Ortiz, de 103 años de edad, y allí decidieron ir a Huesca «porque en Zaragoza la Policía nos conocía demasiado», indicaron. Al día siguiente y con 100 euros que les dio la anciana cogieron un taxi para viajar a la capital oscense.


El taxi les dejó junto al Hospital San Jorge sobre las 11.00. Fueron a la sala de Urgencias y allí se vistieron con chalecos, gorras y bigotes postizos para evitar que les reconocieran. Luego, comenzaron a buscar una sucursal y aunque al principio pensaron en atracar una caja, desistieron al ver pasar una patrulla policial. Siguieron andando y entonces llegaron a la sede del BBVA, en la céntrica calle de Zaragoza. «Y entramos por causalidad en ese, solo porque fue el primero que vimos que tenía la puerta abierta», justificaron.


Pese a ir armados con pistolas y cargadores de repuesto, aseguraron que en «ningún momento» tuvieron intención de hacer daño a nadie. «Solo queríamos entrar, coger el dinero y salir sin que se enterara nadie», manifestaron.


«Me harté tanto que disparé»


Ortiz entró primero y fue directo a la caja, donde apuntó con la pistola a los dos empleados que la atendían y les exigió «el dinero». Mientras, su compañero esperaba en la fila de clientes con la pistola escondida. Ortiz obligó a uno de los trabajadores a acompañarle a la 'caja discreta', pero este se resistió, algo que no le sentó bien al delincuente «porque no sé por qué tenía que defender lo que no es suyo», dijo. De hecho, «me harté tanto que disparé al techo para intimidarle», confesó. Tras ello, el cajero accedió a darle el dinero y lo metió en una bolsa de plástico.


Cuando salía de la caja con el botín, su compañero golpeó con la pistola a un cliente creyendo que pretendía enfrentarse con él. El agredido, vigilante de seguridad, se quedó aturdido y al ver pasar junto a él al primer atracador con la pistola, se lanzó sobre él iniciando un forcejeo en el que se disparó de nuevo el arma, pero el tiro no hirió nadie. Pilarces intentó que le soltara pegándole varias veces en la cabeza con la culata del arma, pero cliente aguantó. Entonces, el cajero se abalanzó sobre el segundo atracador e iniciaron otro forcejeo. A ellos se unieron otros clientes y empleados que al final les desarmaron.