La Policía tardó al menos 6 horas en descubrir que había fallecido un detenido en el calabozo

La muerte fue súbita e inesperada debido a un edema agudo de pulmón y el cadáver presentaba una rigidez intensa.

Los familiares del fallecido se concentraron el pasado lunes ante los juzgados de Zaragoza.
Los familiares del fallecido se concentraron el pasado lunes ante los juzgados de Zaragoza.
Francisco Jiménez

Miguel Ángel Fernández, de 33 años, permaneció entre seis y nueve horas muerto en el calabozo de la comisaría de Policía del Actur sin que los agentes encargados de su custodia se percatasen de esta circunstancia. Así se desprende del informe preliminar de la autopsia que ha recibido su familia y que data el deceso entre las 5.00 y las 8.00 del 6 de abril de 2015. El levantamiento de su cadáver no se produjo hasta las 15.15 de ese día, aproximadamente una hora después de que los funcionarios policiales comunicasen al Juzgado de Guardia que uno de sus detenidos había fallecido.


Según las conclusiones iniciales del médico forense, que pueden variar en función de los resultados de los análisis y estudios patológicos y toxicológicos pendientes, la de Miguel Ángel Fernández fue una muerte "súbita e inesperada" y su causa inmediata fue un "edema agudo de pulmón".


Tras conocer este informe, el abogado de su familia, Marco Antonio Navarro, ha pedido al juez que investiga el caso una serie de pruebas para aclarar las circunstancias en que se produjo la muerte. Creen que un edema agudo de pulmón no surge "espontáneamente" y quieren que solicite tanto al Hospital Miguel Servet como al Provincial los respectivos partes médicos de la atención que prestaron al arrestado las dos veces que fue conducido por los funcionarios mientras permaneció bajo su custodia. Miguel Ángel Fernández, que contaba con un amplio historial delictivo, fue arrestado el lunes 4 de abril por su enésimo presunto robo con fuerza. Desde ese día y hasta que fue encontrado cadáver, el hombre, según ha tenido conocimiento la familia, estuvo en los mencionados hospitales, aunque se desconocen las dolencias que alegó para que le llevasen al médico.

Grabaciones de las cámaras

El letrado ha pedido las grabaciones de las cámaras de seguridad de la comisaría de la avenida de Valencia y de la inspección Central de Guardia del Actur de las horas que permaneció arrestado. También quiere que se tome declaración a todos los agentes que intervinieron en su detención y su custodia. Igualmente, solicita al juez que interrogue a su compañero de celda Pablo C. G., quien estaba presente cuando falleció y, por tanto es un testigo importante de los hechos.


Cuando el juez y el médico forense acudieron a los calabozos el cadáver estaba en el suelo, bocabajo, tumbado sobre una manta y una cazadora, con los brazos extendidos y la cabeza sobre las manos. Según el médico forense, cuando examinó el cuerpo tenía livideces y una rigidez intensa en las cuatro extremidades, signos ambos que revelan que llevaba varias horas muerto.


Durante ese tiempo, los policías no se percataron de su estado, aunque lo habitual es que entre las 5.00 y las 8.00 (hora en que se produjo la muerte) y a las 14.00 aproximadamente (hora en que se descubre el cadáver) los funcionarios pasen por las celdas para proporcionar algún alimento a los detenidos. No obstante, el delegado de la Confederación Española de Policía (CEP) en Aragón, César Lambea, explicó que dado el tramo horario en que se sitúa el fallecimiento y si la persona ha estado intranquila o se ha dormido tarde, es lógico dejarla descansar a la hora del desayuno y no despertarla hasta la comida, como cree que ocurrió en este caso. Confirmó que, como es normal, la Jefatura Superior de Policía ha abierto un expediente informativo para conocer cómo se desarrollo ese turno de trabajo y aclarar lo ocurrido.

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