Cinco montañeros continúan desaparecidos en el Pirineo y la sierra de Guara desde 2006

A la lista se suma el senderista de Zaragoza. En todos se repite un patrón: iban solos y no concretaron el itinerario. La Guardia Civil ha prolongado algunas búsquedas más de 50 días y vuelve periódicamente a esos lugares.

Los lugares de las desapariciones.
Los lugares de las desapariciones.
Heraldo

La montaña todavía no ha devuelto los cuerpos de cinco excursionistas. A la lista de desaparecidos se suma desde el 23 de abril una sexta persona, José María García Fernández, cuya búsqueda masiva en el valle de Bujaruelo se interrumpió el lunes. En todos los casos se repite el mismo patrón: iban solos y no concretaron la ruta, desoyendo los consejos de los expertos. Además, curiosamente cuatro eran extranjeros.


"Nadie nos puede decir en qué lugar concreto se perdieron y hay que trabajar siempre sobre posibles itinerarios", señala el subteniente Miguel Domínguez, jefe del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) de Boltaña. A veces, la única pista ofrecida por la familia es: "Ha dicho que iba al Pirineo". Con suerte, se localiza el coche y desde aquí hay que arrancar la búsqueda.


Luis Masgrau, durante 16 años al frente de la Federación Aragonesa de Montañismo, admite que "la gente sigue saliendo sola a la montaña, tanto en verano como en invierno". Siempre se desaconseja, pero en caso de hacerlo, la recomendación es "dejar dicho donde vas y no cambiar a mitad de excursión, porque luego la localización se complica".


La persona que lleva más tiempo desaparecida es el alpinista alemán Reinhard Kulosa, perdido en 2006 en el glaciar de la cara norte de Monte Perdido cuando intentaba alcanzar la cumbre. Llegó a llamar al 112 para decir que estaba en el collado del Cilindro de Marboré, e incluso habló con la Guardia Civil, pero cuando los agentes llegaron no lo vieron. "El problema es que estaba totalmente desorientado, no sabía dónde se encontraba", recuerda Domínguez, que acudió esa noche a buscarlo en medio de una fuerte tormenta con ventisca, nieve y hasta granizo. "Era muy difícil que, sin un lugar donde refugiarse, pudiera haber sobrevivido". La búsqueda se prolongó 40 días y los expertos llegaron a la conclusión de que, en su afán por salvarse, intentó bajar y acabó cayendo a la grieta del glaciar.


En 2009, se perdió la pista de la belga Françoise Dasnois, de 48 años, en la sierra de Guara. Hacía senderismo con su marido y sus hijos, pero se cansó y decidió volver sola al pueblo de Colungo.


Tampoco se ha resuelto la extraña desaparición en 2010 de otro extranjero, el danés Michel Nielsen, alojado en un hotel de Benasque, desde donde se dio la alerta pasados varios días porque no regresó. Aquí se quedaron su billete de avión para la vuelta a su país y también su equipaje. Había pedido información en la oficina de turismo sobre excursiones en las cercanías.


Y ese mismo año la Guardia Civil buscó durante días sin éxito a Ferrán Camps, un joven de Gerona acampado en el ibón de Plan. Aquí estaba su tienda, pero ni rastro de él en las inmediaciones. Su presencia en la zona se comprobó a través de un tique de compra de un colmado y de una empresa de turismo activo de Escalona. En la tienda de campaña aparecieron sus efectos personales. Se le buscó 15 o 20 días y luego de manera esporádica. La familia todavía mantiene la esperanza de que se hubiera ido e incluso aseguró años después que unos amigos lo vieron en algún punto de la geografía española.


Pierre Brachet, de nacionalidad francesa, desapareció en 2012. Dijo en el refugio de Góriz que se dirigía a la Brecha de Rolando y que volvería el mismo día, pero no lo hizo. Su coche, aparcado en la Pradera de Ordesa, se abrió con mandato judicial y se investigó si pudo ser un acto voluntario.

Sin fecha para dejar de buscar

No hay un plazo concreto para agotar las labores de rastreo, aseguran los expertos. Influye la presión familiar y social, lo que no siempre facilita el trabajo y obliga a prolongar la búsqueda más allá de las posibilidades reales de vida. En torno al último desaparecido, José María García Fernández, se produjo una gran movilización de voluntarios utilizando las redes sociales y se pidió la intervención de la Unidad Militar de Emergencias, uno de cuyos integrantes murió despeñado.


El lunes se dio por desactivado el dispositivo en el valle de Bujaruelo, pero el Greim de Boltaña volverá casi a diario durante unas semanas, y además realizará aquí sus entrenamientos. Pese a que la Guardia Civil no puede descartar nada, la familia insistió en que nunca se le ha pasado por la cabeza una desaparición voluntaria. "Tiene dos hijos y no los dejaría", señaló un allegado.


Más de 50 días duró el rastreo en la Peña Montañesa en 2011 para localizar a otro montañero de Zaragoza. También entonces hubo un gran despliegue, con la UME y decenas de voluntarios. Tres años después, un cazador encontró los restos óseos de manera fortuita. "Allí se hizo lo mismo que ahora. Se contó con un gran dispositivo de personal y a los 15 o 20 días nos quedamos la UME y la Guardia Civil. Más tarde seguimos solos, hasta 52 días", explica Domínguez.

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