Cómo conseguir unas lentejas dignas de tu abuela

Son las reinas de las legumbres y disfrutar de ellas en invierno es un auténtico placer siempre. Pero, ¿las tuyas son tan buenas como las de la matriarca de la familia?

Las lentejas con chorizo y panceta se convierten en un plato magnífico
Las lentejas con chorizo y panceta se convierten en un plato magnífico

Aunque las legumbres se pueden disfrutar sin cuchara, es impensable pasar un invierno sin saborear un buen plato de lentejas calientes al estilo tradicional: con cebolla, patata a cuadros, zanahoria, chorizo y una hoja de laurel. Sin embargo, no todo el mundo sabe sacar partido a este guiso que tan bien sabían (y saben) hacer las abuelas de Aragón. Puede que la digestión no fuese la más sencilla, pero siempre templaban el cuerpo y aportaban vitalidad suficiente para rendir el resto del día.

Las lentejas, al natural y de la variedad pardina. Aunque los botes de conserva vienen fenomenal para salir del paso, el sabor que aportan las lentejas después de haber estado en remojo es inigualable. Además, conviene elegir la variedad pardina, una de las más comunes junto a la castellana rubia, pues son de cocción rápida (una hora) y absorben muy bien los aromas y sabores del guiso.  Lo primero, el sofrito. Para darle intensidad, sabor y color al fondo del guiso, el truco más preciado de las abuelas ha sido siempre sofreír los vegetales con aceite, el chorizo una cabeza de ajo sin pelar. No hace falta que se hagan del todo, pues después van a estar cociéndose, solo que se mezclen los sabores. Una vez rehogados durante diez minutos, habrá que añadirlos a una olla vacía junto con una hoja de laurel, unos granos de pimiento y un chorrito de vino blanco¿Cuánta agua hay que echar? Cuando en nuestra olla ya se encuentra el sofrito y las lentejas es la hora de añadir el agua, pero, ¿cuánta echo para que no se queden ni muy espesas ni excesivamente claras? La cantidad tienen que ser aproximadamente tres veces la cantidad de lentejas, véase, el agua debe sobrepasar entre tres y cuatro. Si se quiere dar un toque diferente a la preparación, se puede añadir unas gotas de vinagre de jerez y media cucharadita de azúcar al agua. La cocción, siempre a fuego suave. Las prisas no son buenas compañeras en la cocina, y si abusamos de la máxima potencia en la vitrocerámica conseguiremos que las lentejas se despellejen y no absorban bien los sabores del guiso. Además, nos veremos obligados a removerlas para que no se peguen al fondo de la cazuela, machacándolas y empeorando la presentación. Ir al suplemento de gastronomía

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