Tres claves para entender las etiquetas nutricionales en el supermercado

Algunos sectores de la industrial alimentaria incluyen elementos en sus productos que en grandes cantidades pueden suponer una merma en la salud.

Supermercado.
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Los consumidores cada vez están más preocupados por la alimentación, y valoran positivamente aquellas marcas que incluyen una menor cantidad de algunos elementos que en grandes cantidades pueden perjudicar la salud, como los azúcares y las harinas refinados o el aceite de palma. Y la mejor manera de buscar la composición de lo que compramos envasado en el supermercado -ya sean unos espaguetis precocinados, un zumo o unas galletas- es leer la etiqueta concienzudamente, aunque entre las decenas de sustancias que se incluyen no siempre es fácil saber qué es lo que se está consumiendo.

Aceite de palma: ¿dónde lo busco? Es una de las grasas más utilizadas en el sector alimentario (sobre todo en productos elaborados, procesados o precocinados, y en bollería y pastelería industrial), y desde hace algunos años los nutricionistas recomiendan disminuir su consumo, pues en exceso conlleva un alto riesgo de problemas cardiovasculares debido a que aumenta el 'colesterol malo' en sangre. Evitar su consumo al 100% es prácticamente imposible, pues se incluye en muchos alimentos, pero atendiendo a las etiquetas, en el apartado de ingredientes, se deben buscar nombres como 'aceite vegetal' o cualquier palabra que empiece por 'palm'. No obstante, hay muchos productos que contienen derivados de este aceite, lo que hace muy difícil seleccionar aquellos que tienen menos cantidad. Azúcares: ¿cómo controlar la cantidad? La industria azucarera también tiene mucha presencia en gran parte de los productos de la cesta de la compra habitual. Refrescos, batidos, salsas, zumos, néctares y todo tipo de lácteos, sobre todo cuando son desnatados, son algunos de los que más azúcares añadidos suelen contener; por eso, mirar el porcentaje en la etiqueta es esencial, pues aunque no puedan eliminarse por completo, se puede reducir la cantidad, alejándose un paso más de enfermedades cardiacas y de la obesidad. Productos integrales y con fibra: ¿buenos o malos? Los especialistas suelen recomendar una ingesta diaria de entre 20 y 30 gramos diarios de fibra, y cada vez son más los que buscan en los estantes de su supermercado productos integrales ricos en fibra y cereales, sobre todo panes y galletas. Pero muchas veces lo que se compra no es integral aunque lo parezca, pues durante su producción aumentan la proporción de fibra en la harina una vez refinada, perdiendo parte de los componentes (el salvado, el germen y el endospermo) que lo hacen saludable. La manera de comprobar si estos productos son saludables o no es sencilla, en lugar de mirar las fibras hay que mirar el nivel de lípidos: si se acerca al 3% es muy posible que sea puro, pero si está por debajo igual hay que buscar otro producto que se amolde más a lo que busca el comprador.Ir al suplemento de gastronomía

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