María Luisa Díez es una experta micóloga cuyos consejos también pueden ser de gran utilidad para conocer un poco mejor las aplicaciones gastronómicas de los hongos. De entrada deja muy claro que hay muy pocos que se puedan comer crudos sin ningún peligro.

Si lo hacemos así, siempre en pequeñas cantidades. Este, además, es un consejo que sirve para casi todas las setas: es recomendable no ingerir muchas y, si es posible, no consumirlas para cenar. En todo caso es mejor haber hecho la digestión antes de ir a dormir.

También comenta María Luisa que hay que tener en cuenta que los hongos, en general (algunas especies más que otras), son propensos a la captación de metales pesados, por lo que hay que procurar recogerlos en lugar limpios alejados de focos de contaminación.

La conservación es una buena alternativa para hacer frente a su carácter perecedero. Admiten hacerla al natural, deshidratar, en vinagre y también se pueden congelar (sanas y preferiblemente en pequeñas cantidades).

Además, María Luisa sugiere la posibilidad de precocinarlas en una sartén con aceite de oliva dejando que se hagan despacio. Guardadas en el frigorífico se van a conservar bien cinco o seis días.

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