La UE se conjura para protegerse de la ola proteccionista de Estados Unidos

Bruselas permite por primera vez a Alemania un desembolso extraordinario para contrarrestar los subsidios de Washington

Sesión en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo
Sesión en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo
JULIEN WARNAND

La lucha por retener las inversiones en Europa se pelea empresa a empresa y proyecto a proyecto. Prueba de ello es el reciente anuncio de que Alemania movilizará 902 millones de euros en ayudas de Estado para que la gigafactoría de baterías eléctricas de la compañía sueca Northbolt se construya en su territorio, en vez de en Estados Unidos. Esta es la primera ocasión en la que se activa el mecanismo europeo para asegurar las inversiones limpias y evitar su fuga a EE UU por los incentivos 'verdes' que ofrece la Administración de Joe Biden a través de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA).

A los retos económicos que supuso la guerra en Ucrania, con el encarecimiento del precio de la energía y la elevada inflación, se sumó en agosto de 2022 esta iniciativa con la que Washington quiere impulsar su transición energética. Entre las consecuencias, sin embargo, también está la llegada de una nueva ola proteccionista que presiona a la economía global.

Volkswagen avanzó en marzo del año pasado que está considerando trasladar a EE UU una planta de baterías que quería construir en Europa del Este, ya que recibiría una ayuda de 9.474 millones de euros en préstamos y ayudas.

Y otras compañías podrían seguir sus mismos pasos, atraídas por los cerca de 370.000 millones en subsidios que ha prometido la Casa Blanca. Un listado publicado por la agencia Reuters desveló que Tesla, Mercedes Benz y las empresas energéticas Exxon y TotalEnergies ya han modificado sus planes y piensan aumentar sus inversiones al otro lado del Atlántico.

Presión sobre los Estados

Bruselas ha tratado de contraatacar con la flexibilización de las ayudas de Estado para que los gobiernos nacionales puedan igualar "de forma excepcional" las ayudas ofrecidas a empresas por otros países hasta 2025. "Debemos actuar para reequilibrar el campo de juego allí donde la Ley de Reducción de la Inflación y otras medidas crean distorsiones. Tenemos que hacer nuestros deberes aquí en Europa y, al mismo tiempo, trabajar con EE UU para mitigar las desventajas competitivas", enfatizó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

Asegurar y desarrollar el tejido industrial europeo es, además, vital para la resiliencia del bloque ante futuras crisis. La llamada "autonomía estratégica". Pero tras la pandemia y las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania, Bruselas no ha querido endeudarse para crear un paquete de estímulos que compita con el estadounidense -algo que también rechazó el Banco Central Europeo (BCE), por la presión que ejercería sobre la inflación-.

Finalmente, se optó por derivar esa carga en las arcas de los Estados miembros, que temen que esta iniciativa genere una desigualdad que afecte a la Competencia en el mercado europeo, ya que retener o no las inversiones dependerá del músculo financiero -y del margen fiscal- de cada país; un ámbito en el que Alemania y Francia parten con ventaja.

La comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, defendió la semana pasada que esta iniciativa es "proporcionada, selectiva y temporal" y que "protege la igualdad de condiciones en el Mercado Único".

Una segunda 'era Trump'

La competencia con Washington podría ser más cruenta a partir de noviembre si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca, una perspectiva que inquieta a políticos y economistas. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, aseguró en el Foro Económico Mundial de Davos que "la mejor defensa es un buen ataque" y apostó por reforzar el funcionamiento del mercado único. El ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, se mostró de acuerdo con Lagarde y defendió que la UE debe mejorar su marco económico, que supone -en definitiva- su mayor desventaja competitiva respecto a EE UU.

Mientras, Europa mira de reojo a China, otra de sus grandes competidoras y de la que depende para importar la mayoría de minerales necesarios para la transición energética. En la última cumbre UE-China, Von der Leyen ya avisó al gigante asiático de que "no tolerarán" la competencia desleal, en referencia a los 67.070 millones de euros en exenciones fiscales que ha desplegado Pekín.

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