Diego Valero: "Habría que llevar la psicología a la economía y poner al cliente en el centro"

Experto en economía conductual, que es la que tiene en cuenta el comportamiento de las personas y no solo centra el crecimiento económico en las decisiones derivadas del mayor consumo o inversión. 

El experto en economía conductural y presidente de Novaster, Daniel Valero.
El experto en economía conductural y presidente de Novaster, Daniel Valero.
S. E.

Experto en economía conductual, que es aquella que tiene más en cuenta el comportamiento de las personas    y no solo centra el crecimiento económico en las decisiones derivadas del mayor consumo o inversión. Ofrecerá una conferencia este próximo martes, 19 de septiembre, a las 18.00, en el Espacio Xplora de Ibercaja sobre economía conductual y aplicaciones directas en el campo de la política social para una mayor personalización en materia de pensiones, mercado laboral, educación o justicia.

¿Habría más crecimiento de aplicarse a la toma de decisiones la economía conductual?

El crecimiento económico hoy en día se sigue midiendo en nuestras sociedades en base al producto interior bruto (PIB). Aunque es un debate hasta cierto punto pospuesto, esa es la medida. El PIB recoge el consumo de los hogares y de las administraciones públicas y las inversiones de las empresas así como el saldo neto del sector exterior. La economía conductual ayuda a tomar mejores decisiones considerando el comportamiento de personas y organizaciones, pero directamente no presupone que las mejores decisiones sean las de mayor consumo o de mayor inversión. Indirectamente no tengo ninguna duda de que una mejor toma de decisiones, más empática con las personas y más favorable a los intereses de la comunidad, acaba siendo, sin duda, un elemento que mejora la salud financiera y mueve a que el crecimiento sea mejor, más sólido y sostenible, y por ende, mayor en el largo plazo.

¿En qué consiste la economía conductual y que compañías la están aplicando?

La economía del comportamiento parte de la idea demostrada de que cada uno de las personas tiene emociones, sentimientos y preferencias que le hacen ver la vida no de manera uniforme. Es decir, considera a la persona en sí misma cuando la economía tradicionalmente se ha basado en postulados de racionalidad que no se ajustan a la realidad de nuestras sociedades. En suma, se trata de llevar la psicología a la economía, tratar de conocer mejor a cada persona en su especificidad y proporcionarle herramientas para que entiendan mejor el complejo mundo económico en el que viven. Y que eso les conduzca a tomar mejores decisiones. Hay varias entidades que aplican principios de economía del comportamiento en sus procesos internos y sus relaciones con clientes. Lo hacen para poder ofrecerles servicios o productos más adecuados. En el mundo en general, han sido fundamentalmente entidades del sector financiero, aunque cada vez son más las compañías que han entendido que eso es clave en este mundo. La idea de poner al cliente realmente en el centro de los objetivos empresariales es algo que se ha predicado mucho pero que hasta la eclosión de la economía del comportamiento no se ha producido realmente. En España son bastantes las entidades que lo ponen en práctica y en Aragón creo que merece resaltarse la labor que Ibercaja está desarrollando en este sentido.

Y en la administración ¿se aplica?

A nivel público, lamentablemente aún no tenemos en España ninguna oficina o gabinete que aplique economía del comportamiento a las políticas públicas. En el mundo hay varios, que tienen una importancia creciente, Y de entre los que destacan el pionero fue el ‘Behavioral Insight Team’ que creó el Gobierno británico hace algo más de diez años. Ojalá el próximo Gobierno que se pueda formar en España considere que la creación de una oficina de ciencias del comportamiento pueda ser un hito diferencial en la relación entre el Ejecutivo y la ciudadanía adecuando las políticas públicas a los comportamientos de la población.

¿Qué buenas decisiones se han tomado en este ámbito que puedan servir de ejemplo?

Las empresas han creado sistemas de aproximación a las necesidades del cliente mucho más adecuadas y ajustadas, pero a mí me gusta destacar siempre un programa enormemente exitoso en un ámbito a la vez extremadamente complejo cómo es el tema de las pensiones. Ahí, la experiencia del Reino Unido con el sistema de pensiones al que denominamos ’ Nest’ ha sido espectacular. La aplicación de programas conductuales ha multiplicado por tres la afiliación a sistemas de pensiones en las empresas, y ahora son la gran mayoría de compañías las que incorporan automáticamente a sus empleados a estos planes de pensiones.

¿Cómo puede influir la economía conductual en la mejora de lo que es el sistema público de pensiones en España?

Ya está influyendo. Al menos hay ya algunos elementos de economía conductual en las últimas normativas que han salido como la posibilidad de recibir un pago inmediato a cambio de un cierto retraso en la edad de retiro o jubilación. Este ‘nudge’ o empujoncito todavía no presenta resultados que sean concluyentes porque ha pasado poco tiempo desde que se incorporó a la legislación, pero puede ser de gran utilidad para las personas y el sistema. Por supuesto la información adecuada y precisa de lo qué vamos a percibir como pensión, y las posibilidades de mejorarla, en el marco de una adecuada información conductual, será beneficioso para la sociedad. Y evidentemente, tal como en el caso británico, tiene enorme potencial para el desarrollo de sistemas complementarios de pensiones que mejoren la pensión global a percibir.

Si le eligieran como parte de ese comité de expertos que diseña las políticas económicas de nuestro país, ¿que propondría?

Las reformas más relevantes que necesitamos están en dos ámbitos. El primero vinculado a políticas de verdadera transición energética, que sean capaces de mejorar la productividad y que redunde tanto en un desarrollo económico sostenible como en mayores salarios. Y el otro tiene que ver con una modernización de la justicia y con una verdadera reforma educativa que prepare a nuestra población para vivir en una sociedad tecnológicamente avanzada, cambiante, y mucho más longeva.

¿Cómo ve el panorama económico y las expectativas para el próximo año?

Tiendo a ser optimista con la situación económica, aunque hay elementos coyunturales –algunos de los cuales se están cronificado como la guerra de Ucrania y que han sacudido a las economías globales– que siguen ahí. Pero la capacidad de resiliencia de la economía, demostrada tras la pandemia, es muy elevada.

¿Cómo aplicaría la economía conductual a la mejora de empleo en España?

De largo plazo a través de la transición ecológica y la mejora de la educación, Y de corto plazo con información suficiente y clara que acerque la demanda y la oferta en el mercado laboral. Y esa comunicación necesariamente es una comunicación conductual.

¿Y se puede utilizar para reducir la desigualdad social generada por las últimas crisis?

Como he tratado de explicar, la economía conductual más que una herramienta en concreto es un proceso de hacer las cosas mejor pensando en las personas., Y es en ese sentido en el que una disciplina comportamental en España y en el mundo puede ayudar a mejorar el equilibrio social. Llamaría la atención sobre la necesidad de crear una oficina de comportamiento en el Estado que pudiera aplicar a las políticas económicas y sociales las bases y fundamentos de la economía del comportamiento para reforzar la idea de que la sociedad es un conjunto de personas, todas ellas importantes, a las que hay que escuchar, atender, y entender.

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