Heraldo del Campo

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S.O.S desde la apicultura de Aragón

Tres campañas sin producción debido a la adversa climatología. Varroa y abejarucos. Sin acceso a las ayudas al agro por la guerra de Ucrania... Los apicultores piden auxilio porque el sector "se muere".

Los apicultores denuncian que el mercado está inundado de importaciones de miel a bajo precio, muchas de ellas verificadas como fraudulentas y camufladas en los lineales de los supermercados tras un equívoco etiquetado.
 La extrema sequía que vive todo el sector agrario está dando la puntilla a una apicultura herida, que arrastra ya tres campañas prácticamente sin cosecha..
Macipe.

La apicultura está herida de muerte. Lo advierte el sector, que recuerda que de la actividad de sus abejas dependen no solo los ingresos de los profesionales sino el mantenimiento de la biodiversidad y, aún más, la producción de alimentos.

Sus reiteradas llamadas de auxilio se han escuchado en las calles y han llegado (en varias ocasiones) hasta la consejería de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón en busca de medidas y ayudas directas que permitan la superviviencia de las explotaciones, amenazadas por la sequía, por la varroa o por la presencia cada vez mayor y más amenazante de los abejarucos, así como por un mercado inundado de importaciones de miel a bajo precio, muchas de ellas verificadas como "fraudulentas" y camufladas en los lineales de los supermercados tras un equívoco etiquetado que refleja los países de origen de la mezcla pero no el porcentaje de cada uno de ellos.

No solo es la falta de lluvias lo que ha provocado la complicada situación que atraviesa el sector, que acumula tres campañas de "desastrosas cosechas". Sus costes de producción se han disparado por el incremento de la energía y los carburantes, pero los profesionales de este ámbito quedaron fuera de las ayudas que el Ministerio repartió para que el sector agrario pudiera minimizar el impacto provocado por la guerra de Ucrania.

Confíaban los profesionales de esta actividad en que el ministro Planas no volvería a tener semejante descuido al anunciar las ayudas directas que llegarán a la ganadería para responder al impacto de la sequía. Y no se olvidó, pero la cuantía recogida en el Real Decreto aprobado el 11 de mayo no supone tampoco un alivio. La esperanza está ahora en el compromiso del Ejecutivo aragonés de catalogar la apicultura como ganadería extensiva, lo que le abrirá las puertas a apoyos similares a los del ovino y el vacuno. Un compromiso que esperan que adquiera también el futuro inquilino de la DGA.

Movilización de apicultores frente a las puertas de la Aljafería, el pasado febrero.
Movilización de apicultores frente a las puertas de la Aljafería, el pasado febrero.
Oliver Duch

El primer grito de auxilio lo lanzaron los apicultores aragoneses el pasado mes de febrero ante las puertas del Palacio de la Aljafería de Zaragoza, sede de las Cortes regionales. Querían hacer reaccionar a los representantes de los partidos políticos ante la agonía del sector. En marzo volvieron a alzar la voz en Madrid, participando en la protesta convocada frente al Ministerio de Agricultura, en la que se dieron cita productores de todo el país. Denunciaban el abandono de las administraciones –el sector quedó fuera de las medidas aprobadas para hacer frente a los efectos de la guerra de Ucrania–, a las que exigían una ayuda directa de 10 euros por colmena para compensar parcialmente el sobrecoste de mantenimiento de las colonias de abejas tras dos campañas de desastrosas cosechas –bien por las heladas primaverales, bien por las olas de intenso calor– y disparados costes de producción.

No sabían entonces los apicultores que lo peor estaba por llegar. La extrema sequía que está golpeando a todo el sector agrario no ha pasado de largo por los colmenares. Las estimaciones realizadas por UAGA ya dan por prácticamente perdida la cosecha de miel y romero, "la más importante en Aragón, de la que se producen más kilos y la que suele tener mejores precios", señala Alberto Allué, responsable del sector apícola en la organización agraria. Hay cierta esperanza para aquellos que hacen trashumancia porque las lluvias –aunque escasas– podrían dar un respiro y propiciar la producción de néctar de robles y encinas. "Pero ya veremos", advierte Allué.

Las pérdidas de los productores no solo se cuentan en menores ingresos. Se cifran también en costes. La falta de lluvias ha mermado gravemente la floración de la vegetación en los montes y también en los árboles frutales y almendros en los que las abejas no solo realizan su labor polinizadora sino que además se alimentan, lo que ha obligado a los apicultores a sustituir esa carencia con compuestos a base de azúcar para mantener el nivel de población de sus colmenas. "Hemos tenido que gastar mucho dinero, por lo que aquellos que no tenían liquidez no han podido evitar las muertes en las colmenas", explica el representante de UAGA.

Y a este gasto, los productores han tenido que sumar los desembolsos que ha supuesto el incremento de los costes de producción, especialmente los del gasoil, dado que muchas de las explotaciones son trashumantes y los viajes son constantes y necesarios.

Por si todo ello no fuera suficiente, la sequía también ha propiciado una mayor presencia de abejarucos. Esos vistosos pájaros tienen una especial predilección por las abejas, que se convierten en parte esencial de su dieta. Pero su canto espanta a estos insectos, que se pertrechan en el interior de la colmena, de la que no salen hasta que los abejarucos desaparecen, perdiendo las mejores horas de pecoreo, lo que disminuye la cría y, por tanto, merma la población que ha de invernar. "La presencia de estos pájaros siempre ha sido un problema pero con la sequía se ha multiplicado porque al haber menos insectos silvestres atacan más a las abejas", señala Allué.

Un decreto "decepcionante"

Con este crítico panorama, el sector confíaba en que el Ministerio de Agricultura fuera sensible a la "situación de extrema necesidad", como la califica UAGA, que soportan los productores de miel. Pero su esperanza se ha convertido en decepción. El Real Decreto aprobado el pasado 11 de mayo en consejo de ministros incluye al sector apícola, para el que destina cinco millones de euros en ayudas que se repartirán en función del tamaño de las explotaciones. Aquellas que tienen entre 150 y 450 colmenas recibirán 850 euros; 1.650 euros tendrán las que aglutinen entre 451 y 1.000, y la cifra se elevará a 2.200 euros para aquellos beneficiarios que cuentan con más de 1.001 colmenas.

"Se reparte miseria", denuncia Allué, que asegura que la mayor parte de las explotaciones aragonesas se encuadra entre aquellas que recibirán poco más de 800 euros. "Es insultante", insiste el representante de UAGA, que detalla que solo el coste de la alimentación suplementaria de las abejas por la ausencia de floración supone 7.200 euros al mes en una explotación media, es decir, aquella que tiene unas 400 colmenas. "El decreto es además una trampa, un engaño", señala. Según el sindicalista agrario, esa partida ya había sido comprometida por el ministro Luis Planas al sector para compensar a los apicultores por su exclusión de la bonificación de 0,20 euros del gasoil. "Es decir, nada tiene que ver con la sequía y, para colmo, excluye al sector de las medidas de compensación por la falta de lluvias", denuncia.

Ante este desamparo, los apicultores aragoneses llevaron sus demandas ante la consejería de Agricultura para insistir en la necesidad de que el Gobierno de Aragón complementase el montante del Ministerio destinado a las ayudas directas a los apicultores. Consideraban que los escasos 229.250 euros que UAGA calcula que llegarán a las aproximadamente 340 explotaciones apícolas profesionales de Aragón "son insuficientes" para inyectar liquidez al sector.

Los resultados de las reuniones mantenidas con el consejero Joaquín Olona no tuvieron éxito en unos primeros momentos e incluso el sector llegó a amagar con amenazas de nuevas movilizaciones en la calle en protesta por "la rotunda negativa" de la consejería a destinar medidas específicas al sector.

Pero su insistencia ha tenido éxito. El pasado 24 de mayo, en una nueva reunión en la consejería del ramo, los representantes del sector consiguieron arrancar el compromiso del Gobierno de Aragón de catalogar a la apicultura como ganadería extensiva. Era una reivindicación reiteradamente expresada por la organización agraria, que siempre ha considerado esta actividad como tal por todos los beneficios medioambientales que derivan de su actividad, principalmente por la labor polinizadora y de mantenimiento de la biodiversidad que desempeñan las abejas. "Está demostrado científicamente el incremento de producción que supone la polinización de las abejas para las cosechas", insiste la organización agraria.

La consideración como extensiva de esta ganadería permitirá que las abejas sean equiparadas al ganado ovino y al vacuno y tendrán, por lo tanto, acceso a las mismas ayudas que tienen estas producciones. "No tenía lógica que quedáramos fuera. Las abejas tienen una función medioambiental similar a la que realiza el ovino", detalla Allué, que denuncia que "el agravio era doble". Por un lado, dice el sindicalista, no se trataba a los agricultores como ganaderos y, además, se estaba dejando abandonada una actividad de vital importancia no solo para la biodiversidad, sino también para toda la agricultura, señala. "No entendiamos que hayamos tenido que pelear tanto para conseguir esta catalogación", matiza.

A la espera... pero confiados

El compromiso del Gobierno de Aragón, ahora en funciones, llegó apenas cuatro días antes de la celebración de las elecciones autonómicas y municipales, en las que las urnas han dado la victoria a la candidatura del Partido Popular encabezada por Jorge Azcón, lo que, con toda la probabilidad, provocará un cambio de color político en el Ejecutivo de la Comunidad. Pero el sector apícola aragonés confía en que la catalogación como ganadería extensiva siga adelante. "En la última reunión que mantuvimos con el consejero se nos comunicó que se iba a trabajar de manera inmediata y que se dejaría todo encaminado y publicado en el BOA antes de la constitución del nuevo Gobierno, fuera cual fuera", explica Allué. Insiste, además, en que el siguiente paso que dará la organización agraria será trasladar esta petición al Ministerio de Agricultura para que dicha consideración se extienda al sector de todo el país.

No solamente confían en la palabra del Ejecutivo que encabeza Javier Lambán: "Nosotros nos fiamos de que van a hacer lo que nos dijeron", insiste el representante de la organización agraria, que también se muestra confiado con la actitud de quienes compongan el nuevo Gobierno regional. "No creemos que lo vayan a echar atrás", asegura, aunque a renglón seguido reconoce que "hasta que no esté publicado en el Boletín Oficial de Aragón siempre queda recelo", insistiendo no obstante en que la medida supondrá acceder a unas mejores ayudas, pero, en cualquier caso, "solo servirá para cubrir gastos, es un rescate, no un complemento al sueldo".

Así que, sea quien sea el nuevo inquilino del despacho de la sede de Agricultura en la zaragozana plaza de San Pedro Nolasco, los apicultores esperan que sea sensible con la situación. "El sector está muy machacado", detalla el representante de UAGA. Porque no solo son los problemas de producción los que asfixian al sector. Dificultades hay también en el mercado. "Llevamos años reinvindicando unos precios adecuados y un etiquetado que deje claro de dónde procede la miel que se adquiere en el supermercado", insiste el sindicalista, que recuerda que el sector "juega en una guerra de precios" en la que siempre ganan "las masivas importaciones de miel fraudulenta a bajos precios".

Allué se muestra cauto con las cifras y prefiere no hacer cálculos sobre cuántas serán las explotaciones que no puedan soportar el envite de tres años consecutivos con dificultades. Pero asegura que no son pocos los agricultores que se han visto obligados a buscar alternativas laborales. Los hay que están pensando en abandonar la actividad, pero también quienes han buscado empleo en otros sectores, se han dado de baja como profesionales y mantienen las colmenas como una actividad no lucrativa.

Y hay también productores que compaginan ambas tareas, es decir, que han buscado empleos parciales "porque los ingresos de la apicultura no son suficientes para mantener a una familia", insiste Allué, que está convencido de que tras esta campaña se cerrarán explotaciones: "¿Cuántas? Eso lo veremos cuando todo pase", puntualiza. 

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