La fábrica de papel de ICT en El Burgo de Ebro alcanzará este año la cifrá récord en ventas de 290 millones
El reto para la empresa es recuperar los niveles de rentabilidad en un 2022 lastrado por la escalada en el precio de la energía, la celulosa y otras materias primas
2022 está siendo un «año muy difícil» para las empresas del sector del papel tisú por los elevados consumo de energía que requiere en sus procesos productivos. Esos altos costes de fabricar son los que han marcado el ejercicio, según José Luis Pérez Quintana, director general de la fábrica de Industrias Cartarie Tronchetti (ITC) en El Burgo de Ebro que produce papel higiénico, rollos de cocina y servilletas de la marca Foxy para grandes firmas de distribución alimentaria y clientes del canal Horeca de hostelería.
«Nuestra previsión de ventas de cierre es ‘engañosa’», reconoce el directivo, ya que a pesar de que alcanzarán «una cifra récord de 290 millones de euros», la mayor de los últimos ejercicios, «a nivel de volumen no van a crecer respecto a 2021 y por supuesto, los resultados operativos estarán significativamente afectados», dijo, por los altos precios de la energía y las materias primas.
«A la importante escalada del coste de la celulosa, que se inició a principios del 2021 y que no ha dejado de subir mes tras mes, se le han ido añadiendo los altos precios y escasez de materias primas fundamentales como el plástico, productos químicos y por supuesto. el transporte», comentó este directivo. De cualquier forma, puntualizó, lo que más afectará a la merma de beneficios en este negocio –«es aventurado dar un dato por las fuertes fluctuaciones del mercado energético"– es el sobrecoste en el precio del gas y la electricidad «que han multiplicado por más de cuatro veces su coste medio hasta el punto de que su peso en el coste productivo ha pasado del 15% a estar por encima del 35%», subrayó el máximo responsable de ICT Ibérica.
Repercusión en precios
Aunque, recordó, el grupo italiano haya realizado fuertes inversiones en producción para reducir el consumo hasta en un 10%» su efecto ha sido como «una gota de agua en el desierto». Tampoco ha aliviado el balance, añadió el directivo, que «una parte de estos incrementos lo hayamos podido trasladar a los precios de venta por que un 50% ha ido contra unos resultados operativos, que han sufrido de forma significativa». Eso sí, la «buena salud financiera» del grupo ha hecho posible «resistir esta difícil coyuntura sin poner en riesgo los puestos de trabajo» frente a otras empresas del sector, que sí se han visto obligadas a «hacer cierres parciales» al «haber agotado su liquidez financiera».
Como en años anteriores, el principal mercado para la fábrica de El Burgo de Ebro ha sido el nacional mientras que la exportación ha supuesto el 18%. Desde la dirección, confían en cerrar 2022 manteniendo el mismo volumen de producción de 2021 ligeramente por encima de las 137.000 toneladas y con un porcentaje similar en lo que se vende fuera. «Ha resultado imposible ganar nuevos clientes ante esta incertidumbre de precios diaria que no permite cerrar acuerdos a medio plazo», reconoció Pérez Quintana.
Preguntado por las perspectivas de la planta aragonesa para el año próximo, se mostró prudente dado que «la fuerte inflación puede modificar los hábitos de compra de los consumidores». Al depender tanto de la evolución que tengan los precios, «la prudencia se impone», señaló, poniendo el foco en que «paulatinamente deben ir recuperando sus niveles de rentabilidad históricos". Es la única fórmula, concluyó, de seguir creciendo», mientras el panorama económico a nivel europeo no acabe de etabilizarse: "El trabajo día a día para ir superando las dificultades que está planteando el mercado» es la meta de cara a «mantener el negocio y los puestos de trabajo».
