Exportación silenciosa

La gran revolución de la economía española en los últimos años ha sido la internacionalización de las empresas, muchas de ellas aragonesas. Afianzarla ayudará a sobrellevar los efectos de una desaceleración que ya es inevitable.

El número de empresas exportadoras no ha dejado de aumentar en los últimos años.
El número de empresas exportadoras no ha dejado de aumentar en los últimos años.
F. P.

Afinales de 2012, en el marco del II Congreso anual de APD (Asociación para el Progreso de la Dirección), en Valencia, el director general de esta organización, Enrique Sánchez de León, aseguró que en España estaba ocurriendo una «revolución silenciosa en su modelo industrial» de la que casi nadie hablaba. Se refería a la internacionalización de las empresas, especialmente las pequeñas y medianas -las grandes ya estaban-, un hecho que se producía en parte porque ante el desplome del mercado doméstico, muchos se vieron obligados a salir al exterior a vender sus productos y servicios.

El pasado martes, en el primer Foro ADEA del año, el economista Fernando Fernández Méndez de Andés, profesor del IE Business School, incluyó ese mismo tema en su discurso, que por otro lado fue más pesimista que otros ante la evolución del PIB y los efectos negativos de la política en la economía. En España, dijo, hemos vivido una «revolución silenciosa» en los últimos años al conseguir tener ya 38.000 empresas exportadoras más que antes, lo que se ha traducido en que nuestras ventas al exterior hayan pasado a representar de un 18% a un 34% sobre el PIB.

En el último congreso anual de APD, el quinto ya, que tuvo lugar en Barcelona en noviembre pasado, no se abordó de modo específico la exportación -el programa se centró más en cuestiones éticas y avances tecnológicos-, seguramente porque eso de vender al exterior se da ya por hecho, como bien saben los directivos de empresas aragonesas ahí representadas (Pikolin, BSH, Cefa, Libelium o Inycom, entre otras). Ahí Sánchez de León, por cierto, protagonizó la curiosa anécdota de hablar en el escenario con un holograma de su ‘yo’ futuro.

En el escenario actual, la desaceleración que ya empezamos a notar vuelve a destacar la importancia de mantenernos fuertes en el exterior para compensar los descensos de ventas que podamos registrar ahora dentro de España. Otra cosa es que esa ralentización se produzca también en los países destino de nuestras exportaciones, lo que hará que salgan al final mejor parados aquellos que tienen una cartera de mercados más diversficada.

En ese sentido hay que tener en cuenta otra de las realidades apuntadas por el profesor Fernández Méndez de Andés, que es que vamos hacia una «asiatización de la economía». China y otros países de ese continente se están abriendo más que antes a la importación de productos europeos, de ahí que resulte un acierto la apuesta por esos destinos realizada desde el Gobierno de Aragón a través, especialmente, de la sociedad pública Aragón Exterior (Arex).

Aragón, en todo caso, es de las comunidades autónomas que más activamente ha participado en esa revolución silenciosa protagonizada por empresas exportadoras. No en vano se han roto, año tras año, récords en exportación con un creciente número de pymes ampliando sus mercados. Eso sí, en gran medida seguimos dependiendo en los números definitivos de la actividad que desarrolla la fábrica de automóviles de Opel (hoy en el grupo PSA) de Figueruelas.

Entre enero y noviembre de 2018, las exportaciones aragonesas alcanzaron los 11.035,8 millones de euros, un 0,6% más que en el mismo período de 2017, y todo indica -así lo espera la DGA- que con los datos de diciembre se superará la cifra récord de 12.019,8 millones de 2017, siempre que se incluyan las ventas del C3 Aircross que produce Opel España (que no se contabilizaron para Aragón hasta septiembre).

Afianzar el camino exportador marcado tras la crisis económica iniciada en 2008, en resumen, ayudará a las empresas a sobrellevar los efectos de esta desaceleración que, confiemos, no llegará a crisis ni mucho menos a recesión.