El Gobierno aprobará hoy el nuevo cuadro macroeconómico en el que rebaja el alza del PIB para 2019 del 2,3 al 2,2%. La ministra Nadia Calviño achaca esta revisión al mayor ajuste fiscal que habrá que hacer después de que se rechazara en el Senado la senda de déficit del 1,8% y se ajustaran las cuentas al 1,3%, la propuesta del PP. No obstante, múltiples organismos advierten de que España crecerá aún menos y por otras causas que no pueden ser ignoradas.

La ministra Calviño considera que el crecimiento de la economía española sigue siendo robusto y superior al de los países europeos. No obstante, es difícil que pueda sustraerse a la tendencia de desaceleración en la que ya está inmerso el conjunto de la economía mundial y, más intensamente, la zona del euro. Y todavía más en un momento en el que empiezan a retirarse las medidas de estímulo del BCE, el ‘brexit’ amenaza con debilitar a un habitual comprador de bienes y servicios españoles, y ceden otros vientos de cola como el empuje del turismo o el exportador. Estos factores condicionarán a la economía española, altamente dependiente de la demanda de sus vecinos para mantener el dinamismo exportador y ese inusual excedente en la balanza de pagos que ha registrado en estos últimos años.

Así pues, más allá del optimismo de la ministra, la vulnerabilidad de la economía española ante estas perturbaciones externas es la principal amenaza para que podamos registrar indicadores macroeconómicos positivos como los observados en 2018. Es preciso que el Gobierno se fije como una prioridad el saneamiento de las finanzas públicas comprometido con Bruselas. Y para ello, la estabilidad política es una pieza esencial. Si a las perturbaciones exteriores se añade un escenario político dominado por el desencuentro, el bienestar de la mayoría de los españoles podría registrar en este año la más relevante inflexión desde que se abandonó la crisis.