Consumo animal

Todo esta listo para que, en estos días, vuelva a desatarse la fiebre del consumo.

Los centros comerciales son hoy una de las heridas por las que sangran las ciudades.
Los centros comerciales son hoy una de las heridas por las que sangran las ciudades.
Ahmed Jadallah / Reuters

Consumo, luego existo. La frase, customizada por Vinçon, sirvió de lema provocativo hace años para adornar las bolsas de esta cadena de decoración, pero se convirtió también en una premonición de lo que se vive con intensidad cualquier diciembre. Desde este fin de semana, los domingos solo Dios descansará. Las aperturas comerciales en festivo alcanzarán más allá de Reyes y nos transformarán, a unos en animales de consumo ‘non stop’, y a otros en trabajadores-esclavos sin tiempo ni familia. Convertido el ocio solo en negocio, las compras han sustituido a la cultura, y su consumo en forma de libros, cine, teatro y arte se desploma un 14% en Aragón como ya contó este diario. El consumo salvaje es la ‘fake news’ de la felicidad de este tiempo. Lo contó el publicista despedido y reconvertido a novelista Frédéric Beigbeder en su libro ‘13,99 euros’, "en la publicidad nadie desea vuestra felicidad, porque la gente feliz no consume". Tampoco es solo un eufemismo digestivo el adornar los centros comerciales con locales -todos grandes cadenas- de restauración. Es el pienso, que no el pensamiento. Es la pausa biológica para poder seguir haciendo lo esencial, comprar. Los centros comerciales, alejados del centro de las ciudades por interesada y calculada decisión política y económica, son hoy una de las heridas por las que sangran las ciudades antes mediterráneas. Pero están y estarán, todo este mes, a tope. Elegimos, como Vinçon, consumir antes que pensar. Y así se entiende casi todo.

Eva Pérez Sorribes es directora de Contenidos de la Cadena Ser Aragón