No le preocupan las ‘fake news’ o desinformación tan abundante en la era de la redes sociales?

Las falsas noticias siempre han existido. El problema es que antes eran unos pocos los que lo hacían y ahora es todo el mundo. Por eso pido, por favor, marcas, instituciones entidades contraten a periodistas, que tienen un criterio profesional. Hay que saber poner orden. Creo que va a haber una autorregulación. Facebook y Twitter son absolutamente conscientes: querían audiencia a toda costa y mucha interacción, pero saben que o practican más responsabilidad social o saben que al final los países van a regularlos.

¿Costará alcanzar el equilibrio?

Sí. Ya hay varias víctimas por el camino. Los medios de comunicación nos hemos contaminado y con eso de ‘todo por el clic’ nos ha hecho olvidarnos de la responsabilidad. Hace tiempo que la primera víctima de eso es la verdad, pero sobre todo la sociedad, las personas... estamos en una carrera loca de egos y postureo en la red. Por eso, insisto, es básico contratar a profesionales. Ellos tienen una responsabilidad, una ética, un criterio, y, en cambio, otros actores de internet que opinan bajo un muñequito o un apodo tonto, no.

Hay personas aún que se resisten a la era digital ¿qué les diría?

Les guste o no, van a tener que estar en el ámbito digital. Nadie es demasiado viejo para estar en las redes sociales o en internet. Mi padre, con 80 años, empezó a usar el ordenador. Es un entorno que siempre te ofrece oportunidades.

Usted lo sabe bien. Primero fue ‘community manager’ de la Policía Nacional y en 2015 lo fichó Ibedrola. Menudo salto, ¿no?

Tuve la suerte de que Iberdrola me eligió a mí. Vi que era un proyecto industrial y social. Me costó mucho dejar la Policía, pero el tiempo me ha demostrado que no me equivoqué. Me vine a la empresa más verde y social. Pero siempre ha habido un eje director en mi trabajo y son las personas. Es la audiencia la que manda, las personas, los empleados y la orientación a todos ellos es lo que está cambiando la comunicación.

A bastantes empresas les cuesta verlo así...

Ya nadie duda de que abusar del oficialismo no tiene sentido porque no hay audiencia real. Hay que hacer un esfuerzo por acercarse al público real, las audiencias. Lo cómodo para las empresas es hacer algo corporativo, del siglo XX, escribir para gente con corbata y olvidarnos del mundo real, pero para ser útiles tenemos que salir de la moqueta y pensar en la gente de la calle. S las empresas les cuesta y a las instituciones y corporaciones les da alergia. Les gusta mucho lo rimbombante.

¿No hay vuelta atrás entonces?

No. Toca pensar en el ciudadano, el cliente y hacer un esfuerzo continuo por saber trasladarle la información. La vocación ha de ser orientarnos siempre a la gente. El problema del entorno de redes sociales es que para los profesionales es durísimo. Te obliga a aprender constantemente y a desaprender, porque lo que valía hace tres meses ya no vale. Es una continua adaptación a las circunstancias, al entorno, a la audiencia, etc.

¿Y usted cómo lo hace?

Me sirvo del mejor equipo posible. Tengo 6 personas conmigo y, aunque es muy duro, son jóvenes, eficientes, 100% digitales y muy inteligentes. Trabajamos constantemente para escuchar a la gente y ver cómo podemos servirles, atenderles y conectar con ellos.

¿Cómo se afronta una crisis de empresa o marca desde las redes sociales?

Con honestidad. A veces es muy duro, pero hay que hacer un esfuerzo por explicar y saberlo explicar. Para mi que soy periodista, recuerdo que en la facultad de periodismo me decían "opinión publicada no es lo mismo que opinión publica", y es muy importante dar la cara y dar explicaciones.

¿Han ayudado las redes sociales a una mayor transparencia de empresas y corporaciones?

Han ayudado y han exigido mucho. Es un entorno muy duro el digital y muy inmediato y hay que saberlo interpretar y si no lo sabes interpretar no sabes captar el potencial que tiene y todas las oportunidades que representa. Podría contar muchos casos de riesgo porque supuestos especialistas no conocían este medio digital y despreciaron e infravaloraron el potencial positivo y dañino que tenían esas plataformas de comunicación, la horizontalidad que implican y que ha sorprendido a todos y a  muchísimas marcas.

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