Es una de las fábricas más longevas de España. Su actividad se inició en 1868, cuando empezó a producir papel a partir de paja y esparto. La Montañanesa, un clásico zaragozano, en cuya historia tienen protagonismo las familias Sorogoyen, Villarroya y Castellanos –las mismas que impulsaron la Azucarera, la Química, Averly o Campo Ebro–, cumple ahora 150 años y lo celebra con jornadas de puertas abiertas que se prolongarán a lo largo del mes de octubre. En su siglo y medio de vida la planta ha pasado por diferentes propietarios, ha sufrido y superado crisis, ha modificado su cartera de productos para adaptarse a los tiempos y sigue en la brecha hoy en el grupo Torraspapel, integrado en la multinacional papelera europea Lecta. De cara al futuro, y tras invertir más de 60 millones de euros en los últimos años, la compañía prepara ahora otro desembolso de 13 millones que materializará entre 2019 y 2020.

Primitivo Prados García, director de la planta zaragozana de Torraspapel desde hace seis años, vive días de remembranza, de repaso de la historia, incluso de celebración, sin dejar de atender la actividad de una fábrica cuya actividad es continua. La factoría solo para en Navidad cuatro días (24, 25 y 31 de diciembre y 1 de enero) y tiene una parada anual para mantenimiento, lo que obliga a llevar adelante una organización bien planeada por turnos de sus 470 trabajadores en plantilla, a los que se suman unos 100 más de contratas. La fábrica genera, además, unos 3.000 empleos indirectos.

"150 es un número importante", apunta Prados tras señalar que aunque la fecha ha cogido al grupo en un momento delicado no quería que el aniversario pasara desapercibido. "Había que compartirlo con la familia, por eso estamos haciendo visitas para que vean cómo funciona la fábrica", señala. Las primeras visitas comenzaron el viernes y ayer y se prolongarán a lo largo del mes de octubre. "Queremos que la gente conozca el mundo del papel, que entienda lo que hacemos, nuestros procesos, la tecnología que utilizamos, cómo ha evolucionado esto", indica el director de la planta.

Lecta invirtió entre 2008 y 2015 más de 63 millones de euros en La Montañanesa. Gran parte de esa cantidad, unos 40 millones, fue destinada a una nueva máquina de fabricación de papel soporte para especialidades (térmico, autoadhesivo, metalvac utilizado en cajetillas de tabaco, etc.), "un proyecto que permite alcanzar una mayor eficiencia gracias al aumento de la integración de la celulosa y que incrementa el valor añadido de su producción", informó la compañía en su día. Importante también para la planta fue el desembolso de 23 millones de euros para mejorar la calidad de los vertidos y eliminar olores con proyectos como la instalación de electrofiltros en las calderas de recuperación de la fábrica o una nueva depuradora biológica.

La Montañanesa es una de las cinco fábricas que quedan en España de Torraspapel después de que la crisis obligara a cerrar a cuatro. De las supervivientes tres son de papel –Zaragoza, Sant Joan Les Fonts (Gerona) y Motril (Granada)– y dos transforman ese papel –Almazán (Soria) y Leiza (Navarra–. A esta última va gran parte de la producción de Montañana, aunque esta también fabrica producto final.

El nuevo desembolso

La inversión de 13 millones que La Montañanesa debe materializarse entre 2019 y 2020 va destinada en gran parte a las máquinas 4 y 6 –informa Primitivo Prados–, para la ampliación de celulosa y dar retoques al papel. La Montañanesa tiene una capacidad productiva cercana a las 500.000 toneladas de celulosa, papel estucado y papel soporte. Para el proceso de la celulosa la factoría podría producir unas 239.000 toneladas.

"Esta industria es muy intensiva en capital", reconoce el director de La Montañanesa en una declaración que, por cierto, coincide con la realizada por directivos de Saica en la reciente celebración de sus 75 años de historia. Una realidad que viven todas las empresas de la industria del papel en Aragón, que incluye también otros nombres propios como ICT Ibérica (Foxy) Valmet, Gomà-Camps y Europac.