ENTREVISTA DEL DOMINGO

Sito Alonso: "Mi padre ha sido el espejo en el que me he mirado"

Así vive los partidos Sito Alonso.
Sito Alonso: "Mi padre ha sido el espejo en el que me he mirado"
penya.com

Desde que empecé a escribir sobre deporte, he tratado de diferenciar a los que viven del deporte de los que viven para el deporte. Parece lo mismo, pero no es igual. Creo que usted es de los segundos.

Gracias por lo que me toca. Siempre he vivido el deporte, desde muy niño. Ahora, me siento un afortunado, pues he hecho de mi pasión una profesión.

El técnico de la mejor cantera de España, el DKV Joventut de Badalona, comenzó a entrenar en Zaragoza, en Compañía de María, en la calle Bilbao. Y solo tenía 11 años.

Además de un buen titular de prensa, es cierto. Solo tenía 11 años. Iba a todas parte con mi padre, Alfonso Alonso. Él es entrenador de baloncesto. Muy bueno, a mi juicio, y no porque sea mi padre. Entrenó, entre otros, al Banco Zaragozano. De alguna forma, me animó a iniciarme en los banquillos. No he dejado de entrenar desde entonces. Con 11 años ya hice el cursillo de monitor.

¿Qué hacía un pedugo en un aula de técnicos de baloncesto?

Aprender. Recuerdo que me dio clase José Luis Abós, ahora entrenador del CAI. Él también me dijo qué hacía allí siendo tan niño. Con 15 años obtuve el título de entrenador de segundo nivel. Estudié para el carné nacional a los 17 años, aunque no podía obtenerlo hasta la mayoría de edad.

Está muy claro que usted nació para entrenar.

Había jugado en las categorías inferiores del CAI. Mi padre me metía mucha caña entrenando. Me levantaba muy pronto, y a las siete de la mañana ya estaba entrenando en Helios antes del ir al colegio. La exigencia de mi padre ha sido fundamental en mi carrera. Siempre ha sido el espejo en el que me he mirado.

Su marcha a Monzón significó un antes y un después.

Tenía 18 años y Joaquín Arnal me propuso ir a Monzón. Allí conocí a mi mujer y allí vuelvo a menudo.

Su salto a la elite estaba cantado.

Después de unos años de primer entrenador en Monzón, me llegó la oportunidad. Se creó una vacante en la Penya y me llamaron. Se puso en contacto conmigo Jordi Cairó. A los diez minutos, me llamó Aíto y me explicó su proyecto.

Tiene fama de seco, de parco en palabras, Aíto García Reneses.

Para nada. Aíto es un gran tipo, además de un entrenador excepcional. Es un hombre culto, educado, respetuoso, trabajador y muy inteligente. Por supuesto, siempre le agradeceré que apostara por mí.

Junto a Aíto, ha vivido la explosión de dos talentos extraordinarios en el baloncesto FIBA: Rudy Fernández y Ricky Rubio.

Rudy es un ejemplo desde todos los puntos de vista. He vivido su evolución personal y profesional. Hizo grande a la Penya y se hizo grande él, formándose a todos los nivales antes de saltar a la NBA. A Ricky le deseo lo mejor. He trabajado mucho con él, con entrenamientos específicos a las seis y media de la mañana.

¿A las seis y media de la mañana?

Ricky es un chaval y tenía colegio. No se asuste. Las seis y media de la mañana es una hora muy buena para entrenar: estás solo en el pabellón, no te molesta nadie, nada distorsiona, el jugador lo capta todo...

Me parece admirable, Sito.

El día tiene 24 horas para todo el mundo. Unas personas aprovechan más horas y otras menos.

¿Rudy representa su modelo como jugador?

Rudy es un jugador fantástico, pero mi ídolo fue Drazen Petrovic, un jugador físicamente limitado, pero con una capacidad de superación enorme.

Como zaragozano y como estandarte de los entrenadores aragoneses, resulta inevitable la pregunta sobre un posible regreso a Zaragoza.

Zaragoza siempre está presente. Allí crecí y allí vive gente cercana.

Me refiero a una vuelta como entrenador, como generador de ilusiones de un club que no corresponde a una magnífica afición.

En estos momentos, el CAI tiene un buen entrenador, como es Abós. El sitio del CAI es la ACB. Deseo su ascenso. Pero ahora estoy centrado en la Penya.