La ley de las dos ruedas

Alicia Sornosa es la primera mujer hispanohablante que da la vuelta al mundo en solitario sobre una moto. Más que con un plan, sus aventuras empiezan con un "sí". Después deja que la propia ruta marque su devenir.

La aventurera madrileña cabalga sobre su Ducati Scrambler en una pista en Asia.
La aventurera madrileña cabalga sobre su Ducati Scrambler en una pista en Asia.
Archivo Alicia Sornosa

"Toda aventura comienza con un sí". Es el grito de guerra de Alicia Sornosa antes de abrir gas y lanzarse con su montura por los caminos. Y el primero de esos síes que se pronunció a sí misma fue hace siete años. Sí a la gran aventura de su vida: dar la vuelta al mundo en motocicleta en 2011.

No estaba dispuesta a que ningún ‘no’ se cruzara en su camino. Le inocularon el motor por vía sanguínea. Su padre, Jaime ‘Correcaminos’ Sornosa, fue un laureado piloto de los años 60 y 70, el único que tiene los títulos nacionales de rally, montaña y carretera. "Todavía sigue dando clases de pilotaje en un pueblo de Segovia", recuerda su hija.

Alicia no tiene la adrenalina de la competición. "Soy más dada a coger al vuelo lo que se presenta, planificar poco y dejar que sea el camino el que te dé la pauta". Pulió sus instintos en las aulas de Periodismo. Pensó que el reporterismo podía ser otra forma de madurar el ansia de aventura. Sin necesidad de jugársela en las curvas de un circuito de carreras.

Desde entonces, sus síes son más mundanos que deportivos. "Sí a salir de casa, a probar un nuevo plato, a entrar en una casa distinta, a subir en un barco... A probar a hacer lo que no sabes, a compartir tu tiempo, a dejar que te enseñen", explica.

Primera moto, primera vuelta

Esta madrileña (1973) andaba en ciclomotor desde pequeña. Pero el permiso para cabalgar una moto grande no llegó hasta 2008. El 8 de septiembre de 2011, le guiñó el ojo a ‘Descubierta’, su BMW F 650 GS, y decidió circunvalar el globo terráqueo. ¿Por qué ‘Descubierta’? Para homenajear a la expedición Malaspina, otra locura alrededor del mundo que arrancó en 1789.

En realidad, más que un impulso fue una de esas ‘ventanas’ de oportunidad. "Conocí a un viajero que buscaba a un periodista para que contara su viaje en las redes. Tenía la moto, sabía hacer todo eso... y me lancé". La experiencia fue un pequeño desastre laboral pero el inicio de una nueva forma de vida. Tras cuatro meses sin cobrar, "decidí continuar el viaje, pero sola". Y así empezó aquella su vuelta al mundo.

Cometió algunos errores de principiante, como llevar una moto no lo bastante versátil para los caminos que le esperaban. O sobrecargarla con 300 kilos de peso. La cabezonería y el orgullo le hicieron meter aún más gas cada vez que le entraban dudas.

Y así fue cruzando fronteras. Toda Europa. Luego África de norte a sur y salto a la India, desde donde se encaminó a Australia. En las antípodas cambió la suerte. Logró un patrocinador seguro, conoció a ‘gigantes’ del motor español como los pilotos Carlos Checa (le regaló la gasolina que le sobraba) y la malograda María de Villota. Se llenó de autoconfianza. De allí otro salto acuático hasta Los Ángeles para recorrer la costa oeste y el centro de Estados Unidos, subir a Canadá, pisar Alaska y cruzar el Círculo Polar Ártico. Cerró periplo en agosto de 2012. Detrás quedaban los cinco continentes y 76.000 kilómetros de rodadura que le confirmaron como la primera mujer en el idioma de Cervantes que daba la vuelta al mundo en moto. Cuando pisó Madrid de nuevo le nació una certeza: "Ya no voy a poder dejar de viajar nunca". Enseguida embarcó para completar Latinoamérica hasta Ushuaia, en la austral Tierra del Fuego.

Ventajas de ser mujer y motera

Desde aquello apenas para en casa. España, Rusia, Kazajistán, Mongolia, Japón entre 2013 y 2015. De nuevo toda Europa. La costa de la India durante 8.000 kilómetros. Todo ello antes de agotar 2016. Este año ha vuelto a África.

Siempre la misma liviandad y aparente improvisación. "Soy viajera 3.0. No necesito el papel. Los planos me los bajo al GPS". Incluso descubre el discreto encanto de la vulnerabilidad. Mujer y motera por el mundo. ¿Quién dijo frágil? "Es una de las cosas que enganchan. Una mujer en moto despierta más ternura que miedo. En muchas zonas, creen que eres pobre por no poder viajar en coche. Todo son ventajas y siempre te quieren ayudar", sonríe.

Las dos ruedas con motor tienen otras ventajas. "Si surge algún problema, le das gas y tomas las de Villadiego rápidamente". Afortunadamente, no ha tenido que poner a prueba las dotes escapatorias de su Ducati Scrambler, su moto de los últimos años.

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