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Cuco Ziganda, otra vez en el punto de mira

Las derrotas ante Sporting y Oviedo vuelven a situar al entrenador en una posición delicada, y la visita del Eldense será determinante para su futuro.

Cuco Ziganda se saluda con Luis Carrión, entrenador del Real Oviedo.
Cuco Ziganda se saluda con Luis Carrión, entrenador del Real Oviedo.
Luis Manso

La posición de Cuco Ziganda como entrenador de la SD Huesca vuelve a aparecer muy cuestionada después de las dos derrotas ante Sporting de Gijón (0-1) y Real Oviedo (1-0) en los últimos días. Un escenario grave, con el equipo sumergido en los puestos de descenso, y un futuro incierto para el técnico azulgrana, que pasa de manera ineludible por lo que suceda este sábado frente al Eldense en El Alcoraz (16.15, LaLiga TV Hypermotion). El partido adquiere el rango de final para el navarro, pero también ejercerá de termómetro para el equipo y los dirigentes del club, protestados en algunas de las anteriores citas en casa. Un cóctel de difícil digestión.

La tregua que supuso la victoria de Alcorcón, la única en las nueve jornadas transcurridas, ha durado menos de dos semanas. Ante los conjuntos asturianos, el Huesca ha ofrecido los mismos problemas que le asolan durante todo el curso y ante los que ni el entrenador ni los futbolistas han ofrecido una respuesta fiable. La figura de Ziganda es la más débil en este escenario, como reconoce el propio entrenador. Pero la crisis azulgrana es más extensa y profunda. El club trabaja a marchas forzadas para revertir la complicada situación económica, que ha afectado de manera evidente a la composición del plantel y a la labor de la dirección deportiva encabezada por Ángel Martín González, el principal asidero de Ziganda en una entidad en la que los apoyos hacia el navarro no son unánimes.

El choque con el Eldense marcará el futuro del preparador, que en la sala de prensa del Carlos Tartiere lanzó algunos mensajes con los que parece asimilar la posibilidad del cese. “Entendemos cómo es la profesión, depende de los resultados y estos no son buenos”, apuntó, y también se refirió en un tono de aceptación de la realidad a que se tomará el encuentro como una “final” y, “por si acaso, la disfrutaré mucho. Intentaré estar bien yo y aún mejor el equipo”. A pesar de que, a su juicio, no ve al equipo “muerto”, sí destaca en sus intervenciones públicas la persistencia en el error individual y en mecánicas defensivas negligentes que han llevado al Huesca a empeorar su rendimiento respecto al curso pasado.

No aparecen las virtudes de la temporada 22-23, en la que los oscenses nunca se asomaron a los puestos de descenso en contraste con el curso actual, donde aparecen clasificados entre los cuatro últimos en siete de las nueve jornadas transcurridas. El balance es muy negligente, con seis goles a favor y diez en contra; los azulgranas se han quedado sin anotar en cinco de los nueve partidos y solo han mantenido la portería a cero en el empate de Santander y el triunfo de Alcorcón. La campaña anterior a estas alturas habían marcado diez goles y recibido ocho. 12 puntos frente a los siete actuales. La verdadera diferencia se encuentra en El Alcoraz, donde los de Ziganda ya habían derrotado a Ibiza, Málaga y Leganés en aquel arranque.

El agujero de los azulgranas como locales y la falta de triunfos recoge la herencia del primer semestre de 2023. El Huesca solo ganó cuatro partidos en aquella segunda vuelta y no vence en su estadio desde abril. El verano se enfocó con la doble misión de construir un nuevo equipo que tuviese más pegada y una mejor circulación de la pelota. La pérdida de futbolistas clave como reacción a la nueva realidad económica de la entidad y los malabares para firmar a jugadores que respondiesen a las necesidades, tanto detectadas como sobrevenidas, ha derivado en un equipo que adolece de falta de competitividad en las dos áreas. Ziganda trabajó durante toda la pretemporada un esquema de tres centrales, a la espera de las piezas incorporadas a última hora, que después ha descartado salvo momentos puntuales como el tramo final en el Tartiere.

Entre dos versiones

Salvo Samuel Obeng, ningún delantero ha marcado goles y las acciones a balón parado como Óscar Sielva como catalizador han rescatado parcialmente a los azulgranas en este sentido, que a cambio se desangran al defender mal las acciones con centros laterales del rival, muy inferiores en el juego aéreo y sin capacidad de reacción salvo en el empate agónico con el Villarreal B. El Huesca se debate entre preservar la esencia de la temporada pasada o revestirse con una piel más alegre, sin resultados en ningún caso y con los jugadores acechados por las limitaciones propias y colectivas.

El sábado se citarán en El Alcoraz dos conjuntos empujados escaleras abajo por dinámicas negativas y el premio, corto, de abandonar las últimas plazas en caso de triunfo. La posibilidad de una tercera derrota consecutiva convertiría en insostenible la situación de Ziganda, y en caso de salir airoso la demanda de continuidad de buenos resultados se toparía con un calendario de dificultad evidente, con Eibar, Elche, Albacete y Amorebieta como siguientes enemigos. Entre medias, la primera e inoportuna eliminatoria de la Copa del Rey en torno al 1 de noviembre. El estadio azulgrana, con el miedo al descenso ya en el ambiente, puede dictar sentencia al entrenador navarro como cabeza más visible, pero también a la vigencia del proyecto y la labor de sus dirigentes.

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