La SD Huesca, enganchada a la lucha por la salvación

Los oscenses han reducido la distancia con la permanencia a solo seis puntos. Es la diferencia más corta en diez jornadas.

Partido de la SD Huesca contra el Real Valladolid
Partido de la SD Huesca contra el Real Valladolid
Rafael Gobantes

La calma y la prudencia siguen guiando al vestuario, consciente de que el camino aún es largo, pero al menos en el horizonte ya se atisba un objetivo que se juzga alcanzable, la permanencia. El 0-2 del sábado en el campo del Girona, unido a que el resto de sus rivales más directos no han conseguido la victoria en esta jornada, ha situado a la Sociedad Deportiva Huesca a seis puntos de la salvación. Hay que remontarse diez encuentros atrás para volverse a encontrar con una distancia tan corta.

La travesía por el desierto para los de Francisco ha sido larga y todavía no ha llegado a su fin, pero al menos con la concatenación de tres encuentros consecutivos sin perder y dejando la portería a cero -a la victoria en Montilivi hay que sumarle el 4-0 al Valladolid y el 0-0 en Anoeta- han entrado en un oasis que les está rearmando de moral y fuerzas para acometer los quince compromisos que restan justo en el momento en el que varios de sus oponentes parecen flaquear. No en vano, la fecha 23º, con varios duelos directos en la zona baja, fue casi redonda para los intereses azulgranas. De entre los siete últimos clasificado al iniciarse la jornada, solo el Espanyol, además de los oscenses que derrotaron al equipo que marca la permanencia, consiguió imponerse; fue al Rayo Vallecano, antepenúltimo, por 2-1. Además, el Valladolid y el Villarreal, penúltimo, empataron a cero y el Celta cayó con el Getafe (3-1). Todo ha quedado más compactado y, lo que casi es más importante, al Huesca se le mira ya desde el resto de plazas como a un igual. Si en Gerona se había juzgado la visita del colista como la ocasión perfecta para acabar con la racha de los blanquirrojos de nueve encuentros de Liga sin un marcador positivo, la valoración no pudo ir más desencaminada.

Tampoco hay que culparles. No en vano los altoaragoneses llevan en puestos de descenso desde la jornada seis y son el farolillo rojo desde la ocho. El buen inicio del campeonato con la victoria sobre el Eibar (1-2) y el empate con el Athletic (2-2) les otorgó un colchón que les mantuvo fuera de la zona más peligrosa de la tabla hasta la derrota con el Atlético de Madrid en el Metropolitano (3-0).

Leo Franco aguantó en el banquillo dos jornadas más hasta ser destituido tras el 1-0 con el Valladolid en el José Zorrilla. La boca del pozo entonces aún estaba muy cerca, a solo un triunfo, pero el equipo sólo había sumado un punto en seis jornadas y las sensaciones no podían ser peores. Éstas mejoraron con Francisco en el banquillo, pero los resultados seguían sin acompañar. El Huesca quedó anclado en la 20ª posición y vio cómo la luz se iba haciendo lentamente, pero de manera continuada, cada vez más pequeña. Al parón de Navidad se llegó tras un 2-1 frente al Valencia que dejó la salvación a ocho puntos.

A la vuelta, en la Noche de Reyes, los oscenses volvieron a ganar por primera vez desde la primera jornada. La víctima fue el Betis (2-1), pero los marcadores en los demás campos no acompañaron y el reto se mantuvo en ocho enteros. Peor aún en este sentido fueron las tablas en Anoeta. El primer punto a domicilio tras el de la visita a San Mamés no sirvió de nada en términos clasificatorios. Si antes del inicio de la jornada 21 la continuidad en la élite la delimitaba el Celta de Vigo con diez puntos más que el colista, al finalizar esta posición la había pasado a ocupar el Rayo, con once de ventaja.

Fue la brecha más grande a la que se ha tenido que enfrentar hasta ahora el Huesca y, sin embargo, se ha logrado no solo frenar su apertura, sino también empequeñecerla. El siguiente paso será el próximo lunes con el Athletic, otro conjunto de la mitad baja de la tabla, enfrente.

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