Una noche perfecta para aferrarse a la vida

El 4-0 resume las virtudes que habían asomado en la SD Huesca esta temporada sin llegar a explotar y se explica con el imponente Enric Gallego

Los jugadores hacen piña para celebrar uno de los cuatro goles.
Una noche perfecta para aferrarse a la vida
Rafael Gobantes

Cuando todo sale bien, hay que buscar las razones, las causas y las consecuencias. Un análisis a veces complejo, o difícil de concretar cuando lo sencillo es dejarse deslumbrar por las virtudes de una Sociedad Deportiva Huesca extraordinaria. Pero el equipo que ha goleado 4-0 al Real Valladolid fue la suma de los valores que no habían acabado de destaparse en el campeonato. Que habían asomado sin llegar a aprovecharse. El gol, la fortaleza defensiva, la confianza en sí mismos… La versión necesaria para ganar partidos en Primera División. Con menos es muy difícil y ya se han visto mil ejemplos. Era un partido vital, de todo o nada, y el Huesca ha dado la talla de conjunto que se agarra con uñas y dientes a la supervivencia.

Y nada falló. Ni siquiera el VAR, que en otras ocasiones había sacado de quicio a los aficionados y a los propios futbolistas. El 4-0, un marcador que no se lograba desde el 12 de noviembre de 2016, con Anquela y contra el Real Oviedo, da un millones de razones para creer a quienes nunca han dejado de hacerlo. A la grada que ha adaptado el "Sí, se puede" como himno oficial de esta campaña.

El Huesca ha sido muchas cosas. Mejoró la versión sólida y solidaria de Anoeta en los aspectos que se echaron en falta entonces. Más allá de la fortaleza defensiva, ha sido un conjunto con la portería contraria entre ceja y ceja y dos carrileros que, esta vez sí, buscaron la línea de fondo con ambición. Y, sobre todo, un delantero de 1,90 metros que, como ya se sospechaba, también tiene gol en la máxima categoría del fútbol español. Enric Gallego es una avalancha. Se ha visto en la arrancada cuando se adelantó a la zaga pucelana para anotar el 1-0 que no iba a fallar, que en cuanto se plantase delante de Masip iba a estrenarse con los azulgranas.

Pertenece a esa raza de arietes que hace mejores a los demás, que logra que el resto de futbolistas tengan más confianza. No solo es un coloso en lo individual que se lleva casi todas por alto, sino que Cucho juega más liberado cerca del catalán, sin la carga de verse obligado a ser el delantero de referencia cuando le faltan kilos y sabiduría. Y Miramón y Javi Galán saben que sus envíos al área van a encontrar al fin sentido.

Este Huesca le ha metido cuatro goles al Valladolid porque ya empieza a dominar los registros de la Liga. Quizá llegue tarde, pero controla los tiempos con mucha más pericia que en la primera vuelta. Francisco ha domado a una plantilla que era como un potro sin riendas cuando venían mal dadas, expuesto como estaba a los problemas más comunes y a las dificultades más inverosímiles.

Hacen bien los azulgranas en no mirar tanto la tabla como aferrarse a que suman 15 puntos, a que han amasado casi la mitad, siete, en los cinco últimos partidos. A que han llegado refuerzos que deben añadir prestaciones y a que Santamaría ha construido un muro alrededor de la portería. La permanencia sigue lejos; la acercan encuentros como el de este viernes. Hay noches para meter cuatro goles como tiempo y recursos para salvarse.

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