No se sabe qué hubiera sucedido si el elegido para sustituir a Luis César Sampedro el pasado mes de abril hubiera sido otro, pero lo que sí que se conoce muy bien es lo que le ha pasado al Real Valladolid con Sergio González como entrenador. Éxito. Rotundo éxito. Porque cuando el técnico catalán tomó las riendas, a ocho jornadas para la conclusión de la liga regular en Segunda, la irregularidad era el eje dominante para la temporada del conjunto blanquivioleta. A partir de entonces, el Valladolid se convirtió en un bloque compacto que, manteniendo el impulso de los goles de Jaime Mata, terminó por coger el ascensor a Primera en el ‘play off’. Se fue Mata pero continúa Sergio González. Y por el momento es una garantía para el histórico club castellano, ahora además reflotado económica y socialmente desde que Ronaldo Nazario es su máximo accionista.

Con Luis César Sampedro los partidos del Valladolid en la categoría de plata eran un cántico a la osadía. Una ruleta rusa. Bajo una fragilidad defensiva impropia de un favorito, todo se fiaba a la lucidez de Mata en la línea de vanguardia. Pero ni siquiera así les servía a los blanquivioletas para no perder el furgón de cabeza.

La directiva que preside Carlos Suárez tomó la decisión de cambiar de responsable técnico con la campaña en su recta final y el tiempo vaya que si les ha dado la razón a los mandatarios pucelanos. En doce compromisos oficiales con Sergio al frente (ocho de liga y cuatro de ‘play off’), el Valladolid atesoró ocho victorias. Lo que se antojaba poco factible era ya un hecho incuestionable, el regreso a Primera de una entidad con 43 presencias.

Con el tope salarial más bajo de la categoría, los castellanos apoyaron su reentrada en Primera en la sólida base que había construido el experico Sergio González para subir. Pocos fichajes de renombre llegaron este verano. Sin embargo, esto no ha sido óbice para que el Valladolid, continuando las mismas líneas maestras, haya ido encontrando su espacio en la tabla clasificatoria.

Le costó marcar. Hasta cuatro jornadas completas estuvo a cero el equipo pucelano, que sí que había conservado, en cambio, una gran fortaleza defensiva (dos goles encajados). Con el 3-3 en Vigo el Valladolid se vino arriba. Que se lo digan al Levante y al Villarreal, los cuales han sido víctimas del empujón blanquivioleta. Los 9 puntos que figuran en su casillero son el mejor aval para el trabajo de Sergio González.

El espíritu competitivo que era seña de identidad durante su carrera como centrocampista ha tenido su extensión hacia el banquillo. Por eso es muy consciente el técnico catalán que los parabienes que está recibiendo su vestuario en los últimos días pueden volverse un bumerán. Y es que delante está «un partido importante, de nuestra liga y que jugamos en casa. No nos podemos equivocar en la forma de plantearlo y de afrontarlo. Sería un error pensar que es fácil por llevar dos victorias», aseguró Sergio en la rueda de prensa previa al choque contra el Huesca.

«Cuando un equipo viene en una situación un poco apretada es más peligroso todavía. Hemos trabajado en su mejor versión, viendo lo que han hecho hasta ahora y con la ausencia del lateral izquierdo. Vamos a ver qué solución toman para que no nos sorprendan», indicó acerca del Huesca, que en su opinión «debería tener más puntos de los que ha logrado por su juego ofensivo». En todo caso, insiste en no descuidar lo más elemental, «seguir nuestra línea de trabajo, nuestro estilo, nuestra fortaleza, solidaridad y la forma en la que enfrentamos los partidos».